(ANSA) - ROMA 1 NOV - Risas, diversión, muchos aplausos
abiertos y por fin este "Un curioso accidente" de Carlo Goldoni
en la fascinante puesta en escena de Gabriele Lavia, director e
intérprete, en su estreno nacional en Roma, donde se presentará
hasta el 19 de noviembre, antes de una gira que incluirá, entre
otros teatros, el Piccolo de Milán, el Pergola de Florencia, el
Carignano de Turín y el Rossetti de Trieste.
Aquí, más que en otras ocasiones anteriores, Lavia, como
desafío y ciertamente como idea, trabaja mostrando el teatro
dentro del teatro, Y, con la ayuda del escenógrafo Alessandro
Camera, ha movido el telón hasta el final del escenario cruzado,
hasta descender en la platea: desde sus cortinas rojas actúa
como si no estuviera en el escenario junto a una docena de
espectadores allí colocados, de cara a los sentados en sillones,
con el escenario vacío a su alrededor, a excepción de dos pianos
, una serie de herramientas parlantes y un rincón acondicionado
a modo de vestidor, con un espejo de mil luces que surge de la
casa de Monsieur Filiberto.
A estos da vida un Lavia que sorprende por su incansable e
inagotable vitalidad y agilidad, acompañada de su habitual gran
habilidad para variar las entonaciones y jugar con los gestos
con los que construye y hace reales sus personajes, subrayando
su representación, como ocurre con sus gritos de dolor.
Trabajamos muy bien la ficción, que es la propia ópera
escenificada, y al mismo tiempo las ficciones que en ella cobran
vida en un juego de intercambios, más que de personas, de
intenciones y sentimientos falsos e incomprendidos, con
Filiberto oscilando entre "ser muy liberal con los demás y muy
poco consigo mismo y con su hija Giannina, oscilando entre la
simpatía y las inseguridades negras o entre el remordimiento y
la justificación de las malas acciones, simplemente yendo a un
columpio, que también es el símbolo del espectáculo en la foto
del cartel".
La historia es la del tramposo engañado, del hombre
goldoniano estúpido, tortuoso y presuntuoso como Filiberto,
anciano, y de mujeres jóvenes inteligentes, honestas y
emprendedoras que presagian lo nuevo como Giannina.
Es ella quien, a pesar de su padre y precisamente
aprovechando el expediente que él mismo sugiere al oficial
francés de la Cotterie para casarse en secreto con Costanza, la
hija de su socio Riccardo, podrá coronar su sueño de amor, como
suele suceder en Goldoni, junto con su doncella Marianna.
En definitiva, un simpático juego de rol, que construye
sobre ello una máquina espectacular y con mucho ritmo, añadiendo
y subrayando situaciones que rozan el ridículo o el chiste
ejemplar ("¿Crees que la compasión nace de la pasión? ¡Pero esto
solo pasa en el teatro!") con la aparición también de un
sirviente Arlequín, solo que convirtiéndolo en un espectáculo de
dos horas y media, que quizás, creo que al menos en el final, se
podría haber acortado pensando en los espectadores de hoy.
Junto a la Giannina de Lavia y Federica Di Martino, de
actitud vivaz, dulce y confiada, están la desorientada e irónica
Cotterie de Simone Toni, la siempre sorprendida y fingida
ingenua Marianna de Giorgia Salari, la Costanza de Beatrice
Ceccherini, Gascogna de Lorenzo Terenzi y Riccardo de Andrea
Nicoli , capaz de luchar y rodar por el suelo junto a Lavia.
(ANSA).
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. © COPYRIGHT ANSA