La empresa recogió sus sugerencias y anunció que encargará a un instituto universitario una investigación sobre cómo transportar bicicletas y patinetes en tren. El reglamento impugnado permanece por ahora en un cajón, y es probable que permanezca allí de forma permanente.
Trenitalia había preparado las nuevas normas sin consultar a las asociaciones de consumidores y ciclistas. Y cuando las dio a conocer hace un mes, se encontró ante una avalancha de protestas.
De ahí la decisión de parar y empezar de nuevo desde cero, abriendo una mesa con las asociaciones y la FIAB (Federación Italiana de Medio Ambiente y Bicicleta).
El nuevo reglamento, que debía entrar en vigor el 1 de marzo, establecía que a bordo del Frecce no se podían transportar más de 2 maletas por persona, cuyas medidas combinadas (alto más ancho más fondo) no podían exceder los 161 centímetros para las clases estándar y premium y 183 centímetros para el ejecutivo y empresarial.
El objetivo de los nuevos límites, según Trenitalia, era garantizar la seguridad y la comodidad de los viajeros, evitando equipajes monstruosos. Pero para las asociaciones de consumidores se trataba de límites absurdos y extraños que solo habrían creado molestias a los viajeros.
Codacons señaló que en otros países europeos el límite es de 2 o 3 maletas por persona, sin indicar las dimensiones. Tener en cuenta que a los "ricos" en la clase ejecutiva se les permitían maletas más grandes que a los "pobres" en la clase estándar. Lo que hizo enojar aún más: "Si se trata de un problema de seguridad -comentó la Unión Nacional de Consumidores- no deberían ser posibles exenciones previo pago de un adicional".
A quienes llevaran a bordo equipaje mayor al permitido se les imponía una multa de 50 euros, pero no solo eso: también debían descargar sus maletas del tren en la primera estación útil. En la práctica, el pasajero sobrecargado era multado y expulsado.
La otra norma controvertida del nuevo Reglamento establecía que, en el Frecce, las bicicletas y los scooters plegables debían colocarse en una bolsa especial y guardarse únicamente en los compartimentos para equipaje, no entre los asientos. Una obligación que también se justifica aquí con la seguridad y el confort, que, sin embargo, acabó obstaculizando la intermodalidad tren-bicicleta, fundamental para reducir el tráfico en las ciudades.
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