Sesenta días, de aquí hasta la discusión de los presupuestos del estado, para encontrar "soluciones eficaces", y "juntos", la premier italiana Giorgia Meloni se toma el tiempo -y sube al escenario- sobre la cuestión del salario mínimo, que para ella no resuelve en absoluto el problema de los bajos salarios y las precarias condiciones de trabajo.
Y ante la oposición, que se presentó reunida por primera vez en el Palacio Chigi para abordar el tema del salario mínimo, relanzó la propuesta de darle al Consejo Nacional de la Economía y del Trabajo (CNEL) -órgano de consulta de la Cámara y del Gobierno- la dirección de un trabajo de fondo para llegar a una propuesta de ley "que trata un tema tan amplio en sus complejidades".
Un intento de hacer correr el tiempo, una "distracción" para la minoría que, no convencida de que se logre un resultado, no escapará "al enfrentamiento" pero al mismo tiempo continuará dando batalla por el salario mínimo con la recolección de firmas.
Por primera vez, la primera ministra desciende a Piazza Colonna para hacer una declaración. Y ante las cámaras de televisión confirma, como poco antes hicieran las oposiciones, que hay "divergencias", pero hay tiempo de sobra para "implicar también a los interlocutores sociales" y trabajar "juntos", palabra que utilizar más incluso en las dos horas alrededor de la mesa en la Sala Verde, ante los representantes del Partido Demócrata (PD), M5S, Action, Greens, Left y +Europe, que se presentaron puntualmente a las 17.
De un lado, el gobierno, con la premier en el centro, del otro, Elly Schlein (PD) y Giuseppe Conte (M5S) a ambos lados.
También, a través de una conexión online, estuvo Matteo Salvini, ministro de Infraestructura y Transporte, quien habló poco durante las discusiones, aunque la Liga sea la más mordaz hacia las oposiciones que se mantienen "en sus posiciones ideológicas".
Una cierta "rigidez" también es señalada por el canciller Antonio Tajani, aunque asegura que el objetivo es el de "salarios más ricos". La introducción desconcierta a la oposición. La primera ministra habló largo y tendido para reiterar sus objeciones al instrumento del salario mínimo que puede llegar a ser incluso "contraproducente". Luego les tocó a los líderes de las minorías, quienes tomaron la palabra en orden alfabético.
En un momento Carlo Calenda (Acción) pidió fumar. Todos, o casi todos, fueron al balcón, incluida Meloni. Quizás ese fue el momento en el que al margen se produjo ese "intercambio de bromas" como minimiza la primera ministra, "sin respuestas" como subraya con contundencia Schlein.
La reunión fue convocada a última hora del viernes y antes del puente vacacional por el 15 de agosto. De ella no surgió ningún compromiso concreto.
"Reiteramos la propuesta de establecer un salario mínimo no fijado por ley, sino en la negociación colectiva", dijo Meloni.
El asunto del salario mínimo ha ido tomando fuerza en los últimos días por la inflación y el encarecimiento del coste de vida en un país en el que, a diferencia de Francia, Alemania y España (las otras grandes economías europeas), no hay una ley que regule la retribución y las regiones del sur acusan más casos de trabajo en negro.
El mes pasado, la coalición conservadora en el Gobierno tumbó un proyecto de ley que había presentado la oposición de centro e izquierda para introducir un salario mínimo de 9 euros por hora que habría beneficiado a 3,6 millones de "trabajadores pobres", según datos del Instituto Nacional de Estadística (Istat).
"No recuerdo haber sido convocada nunca por la primera ministra para una propuesta hecha en el Parlamento cuando estaba en la oposición", remarcó. Para la oposición, sin embargo, es una señal de que el gobierno no tiene las ideas claras", dice Elly Schlein. Giuseppe Conte comparte la misma opinión: el gobierno, dice el líder del M5S, "tira la pelota a las gradas".
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