La prensa local, incluso el periódico Clarín, dio cuenta en estos días de la imagen publicada por la periodista Eleonora Cole de un salamín anillado con un sensor de alarma en un comercio que fue tendencia en la red social. Fue el punto culminante de controles tragicómicos cada vez más llamativos y ya no sólo sobre productos de "alta gama" como vinos costosos, cosméticos importados o electrodomésticos.
En los últimos años creció el número de productos no comestibles pero también de alimentos a los que hubo que ponerle algún tipo de traba que evite que se los guarden antes de que pasen por el escáner en la línea de cajas, alertó hoy Clarín.
El salamín no se vende con la alarma en todos los supermercados ni en todas las sucursales, pero algunos alimentos cotidianos como el atún nacional en lata es "celosamente custodiado" y las latas se suelen colocar en una pequeña caja acrílica anti hurto.
El mismo procedimiento se les aplica en todas partes a los cotizados concentrados de salsa italianos, o los aceites de oliva en pequeñas botellas, que se importan desde la península.
Lo mismo los chocolates que llegan de la Unión Europea y que con la diferencia cambiaria (un euro equivale a casi 400 pesos) los convierte en "joyas" para el mercado local Un buen aceite italiano extra virgen se vende en Buenos Aires a 13 mil pesos promedio (algo más de 43 euros), cuando un almuerzo en Buenos Aires en un restaurante al paso implica desembolsar entre mil y 2 mil pesos. Y una caja de bombones de Ferrero Rocher con 24 bombones cuesta 3.400 pesos, casi dos comidas completas con bebida en un bar.
El robo de productos en los supermercados parece estar creciendo raudamente, a tal punto que una de las cadenas de supermercados de renombre mundial está por realizar una prueba con inteligencia artificial (IA) para que un programa vinculado al sistema de cámaras detecte movimientos sospechosos de los clientes en góndolas.
A través de un algoritmo gestual basado en "deep learning", la empresa Veesion ha creado un software que complementa las medidas de seguridad de los supermercados, permitiendo detectar los movimientos sospechosos de los clientes que puedan indicar un ánimo de hurto.
El software cuenta con más de 1.200 clientes en 17 países y se actualiza cada dos meses para seguir mejorando su precisión. Y ya se está probando en Argentina.
Así, en la vida cotidiana se reflejan las desventuras de los argentinos, que conviven con la presión del Fondo Monetario Internacional, la depreciación diaria del valor del salario, bajo una mensual que en julio será de 7% con una proyección de anual que supera el 120%, según datos de consultoras privadas. Y en un año de elecciones presidenciales.
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