Los contratos de trabajo aumentan en Italia y, en un mercado cada vez más dinámico, crecen sobre todo las relaciones laborales permanentes, lo que representa una gran y positiva señal.
Según el observatorio de la precariedad laboral del INPS (el Instituto de Seguridad Social de Italia), en los primeros cuatro meses del año se activaron 2,65 millones de nuevos contratos de trabajo, mientras que se terminaron 2,04 millones, con un saldo positivo de alrededor de 610 mil.
Se trata de una variación neta positiva que se registró sobre todo en el trabajo indefinido, con más de 250.000 contratos, un 30,7% más que la cifra del mismo período de 2022.
Pero si aumenta la demanda de trabajo por parte de las empresas, también lo hace la demanda de los trabajadores por salarios que alcancen la inflación. Así lo muestra la asamblea de la CGIL -la central obrera- anunciando el inicio de una consulta a partir de septiembre para evaluar las formas de movilización a implementar, hasta la huelga general.
En particular, pretende preparar "un proyecto de ley de iniciativa popular para una ley de representación en apoyo de la negociación nacional y para el salario mínimo con un umbral de salario por hora por debajo del cual nadie está obligado a trabajar". Si las activaciones de nuevos contratos permanentes disminuyeron levemente con respecto al primer cuatrimestre de 2022 a 512 mil unidades (-3,7%), en cambio hubo un crecimiento sostenido para las transformaciones de contratos a término fijo y una reducción de los despidos y en general de las terminaciones de contratos permanentes, un indicio que sugiere que los empleadores que están tratando de retener lo más posible al personal que labora en un período de crecimiento económico.
Las transformaciones en contratos estables en cuatro meses fueron casi 281 mil (+11,3% sobre el primer cuatrimestre de 2022), mientras que las bajas de contratos indefinidos se redujeron a algo más de 563 mil (-9,5%) tras el incremento registrado en 2022 con el fin de la congelación de los despidos vinculados a la emergencia por la pandemia.
El crecimiento de la estabilidad es aún más evidente al observar el balance anualizado que identifica la variación de la tendencia año a año de los puestos de trabajo. En abril de 2023, hubo un saldo positivo anualizado de 492.000 puestos de trabajo con una variación positiva de 390.000 para contratos indefinidos y solo 102.000 para todos los demás tipos de trabajo (+36.000 para trabajos intermitentes, +27.000 para aprendices, +26.000 para trabajadores de temporada, +24.000 para contratos a término fijo y -11.000 para trabajadores temporales).
En marzo el saldo había superado las 385 mil unidades pero para encontrar datos similares a esta fase hay que remontarse a octubre de 2019 (más de 389 mil) cuando se redujeron los contratos a plazo fijo también por el decreto de dignidad.
Esta vez el resultado no depende del endurecimiento de contratos alternativos al estable sino que está ligado al intento de los empresarios de hacer el empleo lo más atractivo posible. Se confirman así las dificultades de las empresas para encontrar el personal necesario, dificultad agudizada por el crecimiento económico y la reducción de los salarios reales debido a la inflación sostenida.
Según la última audiencia de ISTAT -el ente estadístico nacional- sobre el salario mínimo, el poder adquisitivo de los salarios debería volver a disminuir este año. De hecho, los salarios monetarios deberían crecer en un promedio de 2,5% frente a la inflación adquirida en 6,1%.
El reto para cubrir los puestos que quedan abiertos será volverse cada vez más hacia mujeres y jóvenes hasta ahora mucho más alejados del mercado laboral que la media de otros países europeos pero para sacar al menos a una parte de estas personas de la inactividad, el tema del salario será central junto con los tiempos de vida y trabajo y la formación.
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