Reservada como su madre, emprendedora como su padre, Marina Berlusconi, la hija mayor de Silvio, rara vez rompía el silencio y hacía declaraciones. Casi siempre para defender, con mano de hierro, al Cavaliere, con el que siempre tuvo una relación especial.
"La llamo todos los días, Marina ha tomado el lugar de mi madre", había dicho Berlusconi.
Nacida en Milán el 10 de agosto de 1966, graduada de la escuela secundaria clásica Dehon en Monza, Marina (Maria Elvira) comenzó a trabajar en la empresa casi de inmediato.
A los treinta se convirtió en vicepresidenta de Fininvest, a los treinta y nueve en presidenta. En 2003 asumió la dirección de Arnoldo Mondadori Editore. Es miembro del consejo de administración de Mediaset y estuvo en el consejo de administración de Mediobanca desde 2008 hasta 2012. En definitiva, tiene un papel primordial en todos los intereses familiares.
En Piazzetta Cuccia llegaba siempre con traje pantalón y tacones muy altos, muchas veces vestida de negro. También vistió así el 7 de diciembre de 2009, cuando recibió el Ambrogino de oro de manos de la entonces alcaldesa Letizia Moratti.
"Gestora de gran carisma y determinación, es un ejemplo de excelencia milanesa en el mundo y de capacidad de conciliar el compromiso profesional y la vida familiar" fue la motivación.
Ella, citada en el ranking de Forbes como una de las cien mujeres más poderosas del mundo, acompañada de su madre Carla Dall'Oglio, dedicó el galardón a los padres.
Tiene el mismo apego a su marido, Maurizio Vanadia, exbailarín principal de La Scala y ahora figura clave de la Academia, con quien se casó el 13 de diciembre de 2008, y a sus dos hijos, Gabriele, nacido en 2002, y Silvio, en 2004 (el 29 de septiembre, el mismo día del cumpleaños del Cavaliere), a quien siempre ha seguido en la escuela y en los deportes.
Por otro lado, el deporte, en particular el gimnasio, es una de sus pasiones, junto con los perros: tiene una decena entre Milán y Provenza, donde tiene una villa en la que suele pasar los fines de semana.
Reservada, pero con los pies en la tierra, amable por naturaleza, evita cuidadosamente las entrevistas y las citas mundanas.
Estuvo presente cuando en 1993 Berlusconi llamó a los directores de sus periódicos y estaciones de televisión a Arcore para anunciar su entrada en el campo político.
Ella siempre lo apoyó en su elección de fundar Forza Italia, pero ha dicho que no a cualquier hipótesis de entrar ella misma en política, prefiriendo tratar con empresas, aunque hay quienes han visto su toque en la relación fortalecida con la premier, Giorgia Meloni, tras los desencuentros sobre la falta de nombramiento de algunos ministros azules.
En Mondadori trabajó para concentrar el negocio en los libros, con la adquisición, entre otras, de Rizzoli y De Agostini, y racionalizar el declive del sector de las revistas, lo que la llevó al "mejor resultado neto del grupo en los últimos 15 años", según dijo ella misma a ANSA el pasado mes de abril.
Contraria a las hipótesis de cesiones a su hermano Pier Silvio, a quien es muy cercana, luchó contra el intento de toma de control de Vivendi di Bollorè por la continuidad del plan empresarial de su padre.
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