La alarma viene de parte de Elon Musk y de otros mil investigadores y directivos que, en una carta abierta, piden un alto o una moratoria a los gobiernos para evitar el tan temido "escenario Terminator" y permitir el desarrollo de protocolos de seguridad compartidos.
La carta publicada por el Future of Life Institute sin fines de lucro cuenta con excelentes firmas y, por lo tanto, se toma muy en serio. De hecho, está firmado por el cofundador de Apple, Steve Wozniak, pero también por los de Pinterest y Skype, así como por los fundadores de las start-ups (empresas emergentes) de inteligencia artificial Stability AI y Charatcters.ai.
Además por supuesto del multimillonario visionario propietario de Tesla que aspira a mejorar el cerebro con Neuralink después de haber contribuido con su afán innovador a transformar radicalmente la industria espacial con SpaceX y revolucionar la industria del automóvil, allanando el camino ya hace más de una década a los coches eléctricos que se conducen solos.
Fanático de la tecnología, Musk invirtió en empresas de inteligencia artificial y también formó parte de la junta directiva de OpenAI, el gigante de la industria en el que Microsoft apostó miles de millones de dólares. Inversiones, explicó varias veces, no para ganar sino para estar al tanto de los tiempos y así aprender sobre estas tecnologías.
En el punto de mira de los grandes nombres no está toda la inteligencia artificial sino los sistemas más avanzados de GPT-4, el chatbot de OpenAI capaz de contar chistes y aprobar exámenes como aquel para convertirse en abogado.
"Los sistemas de IA potentes deben desarrollarse solo cuando se tenga confianza en que sus efectos serán positivos y sus riesgos manejables", se lee en la carta, que habla de una "carrera desbocada para desarrollar y desplegar mentes digitales poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores", puede comprender, predecir y controlar".
Una carrera que, si no se detiene, puede convertir en realidad al "Skynet" de ciencia ficción, protagonista de las películas de James Cameron y su decisión de destruir a la humanidad; o, más prosaicamente, hacer que estos poderosos sistemas caigan en las manos equivocadas con consecuencias posiblemente devastadoras.
Pekín -advirtió por ejemplo el senador Mike Gallagher al frente de la comisión de la cámara sobre China- ve la inteligencia artificial como una "herramienta o arma para perfeccionar su vigilancia orwelliana tecno-totalitaria".
Precisamente el miedo a las consecuencias catastróficas llevó a las grandes empresas de alta tecnología a pedir una pausa de seis meses para el "desarrollo e implementación conjunta de protocolos compartidos" que garanticen la "seguridad" de los sistemas "más allá de toda duda razonable", continúa la carta.
También, invita a los laboratorios de IA a centrarse en hacer que los sistemas actuales sean más "precisos, transparentes, creíbles y leales" en lugar de apresurarse hacia el desarrollo de medios aún más poderosos.
"La compañía se ha detenido en otras tecnologías con efectos potencialmente catastróficos", dice la carta.
"Podemos hacerlo aquí también. Disfrutemos de un largo verano de IA, y no nos apresuremos al otoño sin estar preparados", concluye.
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