Alessandro Pighi, un futbolista de 33 años que sufrió la amputación del brazo derecho hace una década en un accidente de trabajo, se convirtió en noticia al salvar a su equipo de la derrota con una atajada providencial a tres minutos del final de un partido de la tercera categoría del fútbol italiano amateur.
Ocurrió en el duelo que Valdadige igualaba sin goles el domingo frente a Vetta cuando sufrió la baja por lesión de sus dos arqueros. El entrenador le preguntó a Pighi, que integraba el banco de suplentes como zaguero central, aunque suele ser arquero titular en la selección "azzurra" de amputados, si se animaba a ocupar la valla y éste no dudo un segundo en aceptar el desafío.
"El técnico Livio Monese recordó que yo juego como arquero en la selección nacional y me preguntó si me animaba a atajar y de inmediato le respondí que sí, aunque nunca me hubiera imaginado atajando en un partido del fútbol amateur. Lo hice también porque el Valdadige es para mí como una segunda familia", explicó.
La historia del arquero con un solo brazo rápidamente se viralizó desde que fue publicada en el diario "L'Arena" y Pighi se convirtió en el héroe del día contándola en primera persona y relatando el momento de su consagración cuando desvió un remate con destino de gol a poco del final del partido.
"Estaba un poco preocupado, pero al final no me convirtieron goles", comentó con humildad antes de dejar un mensaje de superación más importante incluso que su atajada: "Perder un brazo no es broma, pero la vida continúa. Sólo debes creer en tí y renacer sin importarte lo que digan o que te miren con piedad".
"Yo intenté por todos los medios demostrar que nada es imposible y que basta con quererlo y con poner el corazón", agregó Pighi, a quien le amputaron el brazo derecho en 2014 tras un accidente que sufrió mientras trabajaba como jardinero luego de tocar un cable de corriente eléctrica mientras podaba las ramas de un árbol.
La descarga de 18 mil volts lo dejó inconsciente y cuando recuperó la consciencia, los médicos ya habían decidido amputarle el brazo derecho porque era la única forma de salvarle la vida: "No fue fácil aceptarlo, pero me dije que no podía rendirme, por mí mismo y por mi familia", explica.
Su determinación y su resiliencia le permitieron salir adelante y su amor por el fútbol animarse a seguir practicándolo porque -reconoce- "la vida es demasiado bella como para no disfrutarla en toda su grandeza".
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