El ex tenista suizo Roger Federer regresó a la "Ciudad Eterna" y volvió a empuñar una raqueta para participar de un torneo en el Foro Itálico, donde supo brillar en el pasado aunque nunca logró conquistar el Masters 1000 de Roma pese a haber sido cuatro veces finalista.
En esta ocasión, sin embargo, se trató de un torneo informal que formó parte de la celebración por el casamiento de uno de sus mejores amigos.
El astro helvético llegó a la capital el jueves, acompañado por su inseparable esposa Mirka, y se quedará hasta el domingo luego de celebrarse el matrimonio este sábado, ocasión que aprovechó para recorrer los sitios que solía frecuentar cuando jugaba al tenis.
Entre ellos está la "Taverna Trilussa", su restaurante preferido de Roma en el que ambos cenaron a solas en un salón privado, como en los viejos tiempos.
Enfundado de un pantalón de jean y con un "look" informal, Federer disfruta de su nueva vida a los 42 años y de la apenas comenzada primavera romana en Trastevere, luego de visitar esta mañana el Foro Itálico, donde participó del torneo "nupcial" que se desarrolló en las canchas 5, 6, 7 y 8 que suelen utilizarse para los entrenamientos en tiempos del Masters 1000.
Fiel a su origen suizo, el ganador de 20 títulos de Grand Slam arribó al lugar puntual antes de las 11,30 locales previstas para supervisar que todo marchara como está previsto en cada una de las cuatro jornadas de celebraciones por la boda, en la que participan cerca de 100 invitados, cada una de las cuales lleva el nombre de un plato típico de la "cucina italiana" (Ossobuco, Spaghetti, Panettone y Risotto).
En cancha, Federer lució la estampa de siempre, una excelente forma física y el revés que a lo largo de su carrera lo caracterizó, con una sonrisa indisimulable de quienes disfrutan de los buenos momentos, luego de lo cual almorzó en Roma enfundado en un par de lentes de sol y vestido completamente de blanco, como tantas veces se lo vio jugando en Wimbledon.
No fue posible sacarle alguna declaración o acercarse a él, dado lo estricto del programa previsto por los organizadores del evento que impidió la presencia de cámaras indiscretas o de los cronistas, como para que la estadía de Federer y su esposa transcurra lejos de las miradas curiosas.
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