La fiscalía de Milán investiga, entre otras cosas, la obstaculización del administrador delegado del Milan, Giorgio Furlani, y de su antecesor sudafricano Ivan Gazidis a la tarea de control de parte de la FIGC en la venta del club.
Furlani y Gazidis están investigados con dos personas de Luxemburgo, Daniela Italia y Jean Marc Mclean, administradores de la empresa de ese país Project Redblack y de quienes sospechan también de haber obstaculizado la función de vigilancia de la FIGC.
Por ahora, la fiscalía sólo envió las 12 páginas de la orden de allanamiento, firmada por los magistrados Giovanna Cavalleri y Giovanni Polizzi, porque la investigación sigue abierta y los otros actos están cubiertos por el secreto de investigación, útil para continuar con la indagación.
Otro de los puntos de la investigación busca determinar si Elliott mantiene el control del Milan y sólo realizó una simulación de venta del club para ganar mucho con los intereses cobrados por el dinero prestado para esa compra al mismo "comprador", como con un posible "recapitalización" de la entidad, es decir, la entrada de nuevos inversores con capital fresco.
En tal sentido, se busca determinar si la venta se llevó a cabo a cambio de los 1.200 millones de euros anunciados, pues la prensa italiana reportó entonces que el valor estimado del club era de 700 millones de euros.
Otro punto de la investigación es el conflicto de intereses de parte de Elliott, también propietario del club francés Lille, lo cual viola el reglamento de la UEFA respecto del control de dos entidades que compiten en los mismos torneos organizados por la entidad continental.
La hipótesis es que la supuesta venta simulada fue utilizada para gestionar al mismo tiempo al Milan y al Lille, al cual, según los documentos obtenidos en el allanamiento, Elliott controla mediante una "deuda" de 170 millones de euros con la sociedad Callisto, propietaria de las acciones del club francés.
De esta manera, gracias a una "financiación" de casi 600 millones de euros y en beneficio de RedBird, el fondo Elliott mantuvo, según la fiscalía de Milán, el control del club italiano, que aseguró mediante un comunicado ser ajeno a la investigación al igual que su presidente Paolo Scaroni.
Polizzi y Cavalleri ordenaron a la Guardia de Financias secuestrar documentos y realizar copias de la información en las computadoras y teléfonos de la sede del Milan, que en 2017 había pasado a manos de Rossoneri Sport Investment Lux, empresa del empresario chino Yonghong Li que luego vendió el club a Elliott.
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