El viernes el equipo viola perdió 3-2 contra Lecce en un partido por la fecha 23 de la liga italiana de fútbol.
"Actuaciones tan vergonzosas no son aceptables para un equipo que quiere aspirar a ciertos objetivos. Solo se puede perder de esta manera si se juega con ingenuos", es comprensible exabrupto del capitán, en la vorágine de una auténtica crisis: cuatro derrotas y dos empates en los últimos seis partidos entre el campeonato, la Coppa Italia -donde los viola están de todos modos en semifinales- y la Supercopa. Ninguna victoria en 2024, la última se remonta al 29 de diciembre, 1-0 en el Franchi contra Torino.
En ese momento, la Fiorentina era cuarta en la clasificación, ahora corre el riesgo de quedar fuera de la zona europea por el momento. Si Biraghi está decepcionado y enfadado -"tenemos que mirarnos atentamente y entender lo que pretendemos hacer. Quien no tenga intención de hacerlo, que se vaya", observó-, también lo están, si no más, los aficionados que también hubieran esperado que el club interviniera de forma más ambiciosa en el mercado.
El técnico Vincenzo Italiano había subrayado la emergencia del extremo atacante, con el argentino Nicolás González y Riccardo Sottil lesionados, el marfileño Chrisitan Kouamé en la Copa Africana de Naciones, el croata Josip Brekalo vendido y el francés Jonathan Ikoné en cuestión (aunque finalmente se confirmó al menos hasta junio).
Llegaron dos refuerzos experimentados como Andrea Belotti y Marco Faraoni, quizás sean suficientes para ayudar a Fiorentina a recuperarse. Pero ahora el entusiasmo de hace unas semanas ha dado paso a la amargura.
"El cerebro debe permanecer siempre conectado, debemos asegurarnos de que ciertos errores nunca vuelvan a ocurrir", reiteró Biraghi.
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