El entrenador argentino Matías Almeyda celebró la Copa de Grecia con el AEK Atenas, equipo con el que había conquistado también la Superliga nacional en esta temporada.
AEK alzó el trofeo por decimosexta vez al derrotar al PAOK Salónica en el estadio Panthessaliko, de Volos, en una final que se jugó a puertas cerradas para evitar enfrentamientos entre ambas parcialidades.
Por tercera vez en la historia, el equipo celebra este doblete y como para que la consagración resultase aún más épica, lo hizo jugando con un hombre menos desde los 6' por la expulsión del zaguero Lazaros Rota.
El franco-camerunés Harold Moukoudi abrió la cuenta a los 26' y el español Paolo Fernandes sentenció el pleito a los dos minutos de tiempo adicionado al reglamentario.
La final se jugó sin público debido a los violentos enfrentamientos que protagonizaron las parcialidades de los dos finalistas en 2017, razón por la cual las autoridades de la federación nacional intentaron en vano encontrar un estadio que brindase las medidas de seguridad necesarias.
Las dificultades organizativas y la negativa de muchas ciudades, no sólo de Grecia, sino del extranjero, para albergar la final, llevaron a la federación a optar por disputarla a puertas cerradas en el estadio Panthessaliko, de Volos.
Para Almeyda, de 49 años, cuatro veces campeón del fútbol argentino como jugador y una de la Copa Libertadores con River Plate (al que devolvió a primera división como DT tras su primer descenso de la historia) y campeón de la Serie A con Lazio, con el que alzó la Copa Italia (también lo hizo con Parma), se trata de una nueva consagración como entrenador.
Ya había sido campeón con Chivas de Guadalajara en la Liga, en la Copa y en la Supercopa del fútbol mexicano, así como también en la Liga de Campeones de la CONCACAF.
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