(ANSA) TREVISO - Multas para quienes insulten y digan malas palabrasen el local: ocurre en el Bar Sport de Castello di Godego, en la provincia italiana de Treviso, por iniciativa de los gerentes.
Un tarro de cristal, que antes se utilizaba para los caramelos, sirve ahora a la pareja de gerentes, Daniele y Michela, y a su hija Camilla Muledda, para introducir una multa simbólica que oscila entre uno y cinco euros.
El recipiente se ha colocado estratégicamente encima del mostrador, con el cartel de la multa. La iniciativa comenzó hace aproximadamente un mes y la caja se va llenando poco a poco.
Los propietarios subrayan que no lo hacen por el dinero, sino para recordar a la gente que insultar sí está penado como delito. "El dinero es solo un pretexto", aclaran, "casi un juego para invitar a nuestros clientes a tener cuidado con sus palabras y más aún con la blasfemia".
El mes que pasaron con el tarro a la vista de todos, revelan, fue una especie de experimento que dio resultados positivos. "Lo que nos impresionó favorablemente, admiten, es que varios clientes pusieron un euro solo por solidaridad con nuestra iniciativa".
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