"Gracias a Lorenzo no me olvidé yo mismo de que era un hombre", escribió Levi (1919-1987), superviviente de Auschwitz, en "Si esto es un hombre".
Se refería a Lorenzo Perrone, piamontés como él, un albañil pobre, casi analfabeto, contratado para trabajar en Auschwitz en la construcción de una planta industrial, donde los civiles compartían el trabajo con los prisioneros del campo de concentración.
Fue allí, entre los escombros causados por un bombardeo de junio de 1944, que Levi, entonces de 25 años, y Perrone, de 40, "se conocieron e inmediatamente Lorenzo comienza a ayudarlo.
Durante seis meses le llevó comida para compensar su desnutrición en el Lager", explica Greppi (1982), que acaba de publicar en español la primera biografía de este albañil, "El hombre que salvó a Primo Levi" (editorial Crítica).
En él cuenta cómo Lorenzo "se quita su comida para dársela a Levi arriesgando su vida si era descubierto. No solo le ayudó a él sino que durante dos años y medio ayudó de forma sistemática a todos estos esclavos que morían como moscas. Fue una especie de santo, un salvador del cielo, como lo define Primo. Un San Francisco de Asís".
Le dio además, continúa Greppi, "un jersey para el invierno y le permitió escribir a su familia y que le llegara un paquete de esta".
Greppi subraya que "si no hubiese estado Lorenzo, nunca habríamos tenido la persona de Primo Levi ni el autor Primo Levi".
En Auswichtz "Primo Levi era un chico que conoce la cara más implacable del mal y cuando se va a hundir se le aparece una encarnación del bien absoluto que le salva y le recuerda que el bien existe también en ese lugar y le da confianza en la humanidad. De hecho tratará varias veces este aspecto en "Si esto es un hombre"".
Primo Levi cita a Lorenzo en varias ocasiones a lo largo de su obra y sus hijos, Lisa Lorenza, nacida en 1948, y Renzo, nacido en 1957, deben sus nombres a este hombre.
Cuando Lorenzo regresa de Polonia a pie a Italia, va a la casa de la madre de Levi para decirle que seguramente no sobrevivirá, y al llegar a su propia casa de Fossano (Cuneo) pesando 40 kilos, su madre no le reconoce. "Estaba destrozado, por todo lo que había visto y porque ya no les puede ayudar", comenta Greppi.
"Primo Levi y Lorenzo se hicieron amigos", dice Greppi, que saca a la luz en el libro, publicado en marzo en Italia, las cartas que escribió Lorenzo a Primo, quien trató de ayudarle buscándole trabajo en Italia.
Lorenzo murió en 1952 debido al alcohol y a la tuberculosis, "fue un lento suicidio", dijo Levi, quien a su funeral acudió con un jersey blanco, "símbolo de la pureza".
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