"Quiero llevar el grito del arte callejero a una exposición, hacer pinturas con las técnicas utilizadas en las paredes de ciudades grandes y pequeñas", responde a ANSA Moby Dick, uno de los exponentes destacados del surrealismo pop.
Durante años desplegó en temas de derechos de los animales frente al daño que causa al medio ambiente la industria y la explotación descontrolada de la energía.
El artista romano, de 43 años, trabaja desde hace meses en sus pinturas, realizadas a partir de lajas muy finas de distintas piedras, cortes milimétricos de dimensiones de hasta un metro y medio por dos metros y medio, fijadas sobre un soporte metálico.
"De esta forma -explica a ANSA- utilizo las paredes como si fueran lienzos. Es una historia que parte de la prehistoria, desde los fósiles hasta la época moderna".
"Las obras tratan temas muy antiguos, un nautilus, una medusa o el tigre dientes de sable con modernas técnicas de pulverización como si fueran paredes", añade Moby Dick, nombre artístico de Marco Tarascio.
El artista tiene previsto hacer una treintena de obras y está prácticamente en la meta de la exposición que debería inaugurarse a finales de verano, o a más tardar en septiembre.
Aún no se ha acordado el lugar que albergará la exposición, pero la atención se centra en la estructura diseñada por un gran arquitecto.
La idea de una vuelta a los orígenes para advertir del peligro de una crisis medioambiental irreversible es fruto del trabajo conjunto iniciado hace tiempo con el arquitecto Innocenzo Ceci.
"Con él pensé en llevar las paredes a los lienzos y hacer pinturas a partir de ellas", dice. "Es un proyecto conmovedor detrás del cual hay una importante casa de subastas internacional".
El artista se describe a sí mismo como predestinado. Empezó a dibujar desde niño, luego la escuela de arte y la Academia de Bellas Artes. Durante mucho tiempo trabajó participando en exposiciones nacionales e internacionales.
"Hace unos quince años sentí la necesidad de acercarme a los temas del ecologismo animalista. Dije basta, termino con los cuadros y me dedico a las paredes", explica.
Tiburones, tortugas y delfines, cachalotes, jirafas, tigres, bisontes, lobos hasta la actualidad de jabalíes "que tienen corazón" se han convertido en los sujetos predilectos de sus múltiples incursiones.
Fue un niño quien sugirió el nombre artístico del monstruo marino inmortalizado por Herman Melville. El pequeño que, al pasar junto a él con sus padres mientras luchaba con el dibujo de una ballena, exclamó: "Mira papá, Moby Dick".
"Mi primer trabajo en la pared, una ballena jorobada, fue en Roma en una fábrica de salami en Via Prenestina que ya no existe y que hoy se ha convertido en el Maam, Museo del Otro y del Otro Lugar", recuerda.
"Luego tuve la suerte de colaborar con el brasileño Kobra y con el belga Roa, uno de los cinco mejores artistas callejeros del mundo, que en Roma creó un mural dedicado a la osa Daniza, muerta por el dardo con el que la narcotizaron", añade el artista.
Asegura que se inspira en Monet y Picasso: "Son mis puntos de referencia del pasado".
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