(ANSA) ROMA - Los ojos magnéticos escudriñan al observador. El peinado es alto y hacia atrás, como adoraban las mujeres romanas de aquellos años. El vestido oscuro, con la puntilla en el escote. Y luego ese rasgo casi distintivo de los pendientes de perlas. Se trata del Retrato de una mujer joven, "La ragazza col ciuffo" ("La muchacha del penacho").
Es un óleo sobre lienzo inédito y nunca visto, heredado de un particular (que desea permanecer en el anonimato) y sobre el que pende la cuestión de los interrogantes: ¿es realmente un nuevo Caravaggio? La obra se exhibe por primera vez hasta el 30 de julio en el Palacio Barberini (durante la exposición "L'immagine sovrana.
Urbano VIII e i Barberini"), curada por la historiadora del arte y caravaggista Maria Cristina Terzaghi, quien la presentará oficialmente en una reunión pública el martes 16 de mayo.
"Es un descubrimiento verdaderamente interesante", dijo a ANSA la directora de la Galería Nacional de Arte Antiguo, Flaminia Gennari Santori. "El lienzo tiene una historia ficticia, pero probada y comprobada".
"También nos permite arrojar luz sobre la transición entre los siglos XVI y XVII en la que todavía queda mucho por hacer", añadió Terzaghi. "Nadie hasta el día de hoy la ha visto nunca.
En cambio, queremos que sea estudiado y analizado".
Mencionado por primera vez entre las obras de Antonio Barberini en 1644, reconstruido por el curador, el lienzo reaparece en 1672 en el inventario post mortem del cardenal como Retrato de mujer con un penacho de aproximadamente 3 palmas, con marco dorado tallado, de Caravaggio.
Estimado en 80 escudos, una cifra alta para una obra de pequeñas dimensiones (80 por 65 centímetros), permaneció en la familia hasta Luisa Barberini, casada con Corsini, quien se lo llevó a Florencia, para luego ser heredado hasta hoy.
De regreso temporalmente a su casa en el Palazzo Barberini, parece retratar a Fillide Melandroni (1581-1614), una cortesana siena de carácter impetuoso (el primer juicio por prostitución en Roma ya a los 13 años), ex amante del rival de Caravaggio, Ranuccio.
Ya inmortalizada por Caravaggio en el Retrato perdido en la Segunda Guerra Mundial durante el bombardeo de Berlín, Fillide también había sido modelo para el pintor en el Santa Caterina, ahora en el Thyssen de Madrid.
Pero los misterios son muchos. El retrato de Berlín, por ejemplo, ciertamente proviene de la colección del banquero Vincenzo Giustiniani. Pero, ¿cómo se hizo con él? "Sabemos que Fillide legó su retrato a Strozzi cuando ella murió en 1617", dijo Terzaghi. "Pero en el inventario de Giustiniani aparece un Retrato recién en 1638".
¿Se lo había comprado a Strozzi o había más de un retrato? Ciertamente la que se exhibe hoy "es una obra creada del natural, no una copia, como nos dicen las reflexiones posteriores", continuó Terzaghi. "Abajo hay una figura más arcaica, quizás uno de los santos que se hicieron en serie".
"La reutilización de lienzos era frecuente en los talleres, Caravaggio también lo hacía", explicó. "El peinado, pues, sugiere que fue creado entre 1595 y 1616, años en los que estuvo en boga y solo en Roma. Período del que, sin embargo, no disponemos de ciertas obras de Caravaggio para una comparación directa".
A favor de la tesis de Caravaggio, sin embargo, está ese "rostro, extraordinario, también por la forma en que emerge de la oscuridad", dijo la curadora. "La obra tiene un fuerte naturalismo, no presente en los pintores de esos años. Golpearon los ojos. Y es una mujer del pueblo, como lo demuestra el vestido. Todos elementos que pertenecen al léxico de Caravaggio".
En contra hay "materia muy magra. El vestido ilegible.
Necesitaríamos documentos", concluyó. "Una futura restauración nos podría decir mucho".
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