A su juicio, "un régimen por muy dictatorial que sea, necesita ciertos consensos económicos, sociales, pero cuando solo se va hacia la represión, la andadura es más difícil".
El escritor nicaragüense opina que "el movimiento del régimen de segar todas las organizaciones de la sociedad civil, eliminar los partidos políticos y tratar de eliminar la Iglesia católica es el regreso a un modelo totalitario de vieja factura, no del siglo XXI, sino de a un modelo totalmente estancado del pasado".
Ramírez, de 80 años, vive exiliado en Madrid desde 2021 por oponerse a Daniel Ortega, y fue despojado de su nacionalidad y bienes junto a cerca de 300 opositores, lo que califica de "represión burocrática".
Desde ayer participa en Cádiz en el IX Congreso internacional de la lengua española (CILE), en cuya inauguración dijo que "no hay exilio posible gracias a la lengua, mi patria".
El español, señala, "es un idioma de muchos países y culturas y no importa cuántos kilómetros hacemos nos estaremos escuchando siempre en español".
Señala que "vivir en el exilio para un escritor no es que sea indistinto, pero igual que el caracol, va con su lengua y escritura donde esté. Siempre tengo un espacio propio para hacerlo".
Ahora, tras dejar atrás su biblioteca con 8.000 libros, en Madrid la está rehaciendo con "libros esenciales que tengo allá, pero no puedo de dejar de tener aquí como La Divina Comedia, El Quijote, La Biblia o Las Mil y una noches".
Acaba de terminar una novela que nada tiene que ver con la situación política de Nicaragua y todavía no sabe si escribirá sobre ella.
"Uno es esclavo de la imaginación más que de una idea política (…). Yo no puedo ser el dictador de la novela, sino que la novela es la que me dicta a mí lo que tengo que escribir después", subraya.
Esto "hace que la escritura sea una empresa absolutamente libre. La imaginación es libre, la imaginación no puede estar atrapada por circunstancias políticas".
Dice que "no volvería a la Nicaragua de hoy. No pertenezco ahí, a una Nicaragua donde no hay libertades públicas, donde los periodistas están exiliados, donde no hay medios de prensa, donde la gente teme hablar, un país del silencio. Yo no haría nada en ese país".
A Ramírez le gustaría "regresar a un país que ha cambiado en el sentido de la libertad o la democracia, o que esté en vías de cambiar".
Y dice ser "optimista".
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