Es la quintaesencia del retrato. Se llama "Edmond De Belamy" y no fue pintado por una mano humana, sino por un algoritmo "entrenado" con 14 mil rostros pintados desde el siglo XIV al XX. La obra del trío parisino Obvious, que crea su arte con algoritmos de inteligencia artificial, fue subastada por casi medio millón de dólares.
Pero no es la victoria de la inteligencia artificial.
Pierre Fautrel -miembro de Obvious- reitera que el hombre está siempre en la base: "Volvemos una vez más a lo humano porque los algoritmos se basan en imágenes de dominio público".
El trabajo de los tres es solo la etapa más reciente de una investigación milenaria sobre el arte occidental del retrato, recorrida en el documental de la italiana Linda Tugnoli "El rostro y el alma. Investigación sobre el retrato", producido por Mark en vídeo en colaboración con la RAI Cultura, y que será transmitido el miércoles 24 de abril en la RAI5 para el programa "La Noche del Arte" con Neri Marcoré.
Edgar Degas escribe: "Fuimos creados para mirarnos" y en su arte, a través de lo visible, el retrato, investiga lo invisible, el alma. Esto también lo advirtió "oficialmente" la ciencia hace treinta años, cuando el neurocientífico Giacomo Rizzolatti de la Universidad de Parma descubrió las neuronas espejo que se activan no solo cuando sientes una emoción, sino también cuando ves que alguien la siente: "Es muy extraño porque, por un lado, hay un estímulo perceptivo que pertenece a una parte del cerebro, por el otro está la visión, lo que significa que en ese momento yo y el otro estamos en la misma centralidad del rostro, es indudable porque el hombre es el rostro: el espejo del alma", apunta Rizzolatti.
Una verdad que el arte ya había comprendido hace 18 mil años, cuando nació la noción de individuo junto con los primeros retratos humanos. Pero fueron los maestros flamencos quienes dieron impulso a la investigación interior del hombre.
Antonello da Messina toma prestadas sus técnicas y las lleva a Sicilia: la sonrisa de su "Retrato de un hombre" puede haber inspirado la de la Mona Lisa. Leonardo da Vinci, artista, científico y teórico, es la síntesis perfecta de esta investigación: "Harás las figuras en un acto tal que sea suficiente para demostrar lo que la figura tiene en su alma".
Aquí es donde comienza todo. Y, curiosamente, la cara es también la primera forma que aprendemos a distinguir y representar desde niños. La escritora y psicóloga Anna Oliverio Ferraris lo explica: "Cuando la madre amamanta al recién nacido, este mira fijamente la cara y sobre todo los ojos, que se mueven. Al cabo de un par de años lo traslada al papel con una bola de garabatos, pasando por figuras geométricas, hasta llegar al cefalópodo, el hombrecito con cara y extremidades".
Pero el rostro es mucho más que la suma de ojos, nariz y boca: si se le da la vuelta, pierde reconocibilidad más que otras formas.
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