Pero los datos sobre las pérdidas de Kiev son imposibles de verificar, al igual que los proporcionados por Ucrania sobre los soldados rusos muertos o heridos, por tratarse de secretos militares en los que ambos bandos centran sus esfuerzos propagandísticos.
Shoigu anunció que Rusia "aumentará la intensidad" de sus bombardeos también "contra los depósitos de armas de Occidente", tras la publicación en el Congreso estadounidense de un nuevo paquete de ayuda de 61 mil millones de dólares.
Tras una conversación telefónica con Joe Biden, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, dijo que había recibido garantías del jefe de la Casa Blanca de que entre las armas que se entregarán a Kiev se incluyen los tan solicitados misiles balísticos Atacms, con un alcance de hasta 300 kilómetros.
Y Gran Bretaña anunció el mayor paquete de ayuda militar a Ucrania, que incluye nuevos fondos de 500 millones de libras (580 millones de euros) y suministros de armas, incluidos 1.600 misiles y cuatro millones de municiones.
Los aliados occidentales, sin embargo, no pueden ayudar a Kiev a resolver lo que la mayoría de los observadores señalan como el problema más dramático para los ucranianos: la escasez de hombres, mientras las fuerzas rusas continúan su lento avance hacia la región de Donbass en dirección oeste.
Una señal en este sentido es el anuncio del ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, de la suspensión de la prestación de servicios consulares a los hombres en edad militar que huyeron para evitar ser enviados al frente o, estando ya en el extranjero, no quisieron regresar.
Teniendo en cuenta esta situación, queda clara la importancia que los datos sobre bajas tienen para la moral de los ejércitos en el campo de batalla, y de ahí las enormes diferencias en las noticias difundidas al respecto por las partes, que en ocasiones son contradictorias incluso dentro de un mismo bando.
Si Shoigu hablaba realmente de casi 500.000 ucranianos eliminados -presumiblemente muertos y gravemente heridos- recientemente el Estado Mayor de Kiev había proporcionado una cifra similar sobre las pérdidas rusas, es decir, 450.000 soldados.
En febrero pasado, Zelensky habló de 180.000 rusos abatidos y admitió la muerte de 31.000 ucranianos. Ya en agosto del año pasado, funcionarios estadounidenses hablaban de 70.000 ucranianos asesinados.
Mientras que una reciente investigación de la BBC Rusia y el grupo de medios independiente Mediazona estimó en 50.000 los rusos muertos, a los que hay que sumar 23.400 soldados de los territorios controlados por Moscú en las regiones de Donetsk y Lugansk anexadas por Rusia.
Se registran, en tanto, nuevas víctimas civiles debido a los bombardeos de ambos lados.
El gobernador de la región ucraniana de Jersón dijo que una mujer murió en un ataque ruso a una localidad, mientras que al menos nueve personas, entre ellas cuatro niños, resultaron heridas la noche del lunes tras un ataque en Odessa.
Las autoridades locales informaron de cinco heridos por un bombardeo ruso en la región de Donetsk y ocho en Dnipropetrovsk.
Mientras tanto, el alcalde anunció que se habían producido nuevos ataques en Járkov, en el noreste de Ucrania, donde el lunes fue demolida la torre de televisión.
Los rusos, en cambio, dijeron que tres personas resultaron heridas en un ataque con drones ucranianos en Shebekino, en la región fronteriza rusa de Belgorod.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aclaró mientras tanto que no está previsto desplegar armas nucleares en otros países de la Alianza, después de que el lunes el presidente polaco, Andrzej Duda, hubiera declarado la voluntad de Varsovia de acoger cabezas nucleares, ante las críticas del primer ministro Donald Tusk.
China, sin embargo, definió las acusaciones de Estados Unidos sobre el apoyo militar de Pekín a Rusia como "infundadas".
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