Por Antonino Michienzi
(ANSA) - ROMA 2 MAY - Cuando se trata de longevidad, la
herencia genética es importante. Sin embargo, el estilo de vida
también lo es, y puede compensar las desventajas derivadas de
una predisposición genética desfavorable.
Incluso las personas con un perfil genético que las expone a
un mayor riesgo de muerte prematura pueden revertir su suerte y
ganar más de 5 años de vida al adoptar estilos de vida
saludables: no fumar, evitar el alcohol, tener una alimentación
adecuada y hacer actividad física.
Esto es lo que ha concluido un estudio internacional
publicado en la revista BMJ Evidence-Based Medicine, con base en
una investigación que involucró a más de 350,000 personas,
clasificándolas según su perfil genético y su estilo de vida.
El primer hallazgo al que llegaron los investigadores es que
los hábitos tienen más peso que la genética en la esperanza de
vida: las personas con estilos de vida perjudiciales tenían un
riesgo de muerte prematura (antes de los 75 años) un 78% más
alto que aquellos con estilos de vida saludables.
En cambio, la genética solo aumenta en un 21% las
probabilidades de muerte prematura. Las cosas se complican
considerablemente cuando una persona con un perfil genético
negativo tiene estilos de vida no saludables: en este caso, el
riesgo de morir antes de los 75 años es más del doble.
Sin embargo, lo más importante es que cuando una persona con
una mala genética adopta estilos de vida saludables, su riesgo
se reduce en un 54%. Traducido en años, esto equivale a ganar
5,2 años de vida.
"Las políticas de salud pública para promover estilos de
vida saludables podrían ser un complemento poderoso para la
atención médica y reducir el impacto de los factores genéticos
en la duración de la vida humana", escriben los investigadores.
En las mismas horas en que se publicaba el estudio, otra
investigación, en este caso realizada por la Oficina Europea de
la OMS, confirmó que, en lo que respecta a los estilos de vida,
la pandemia ha tenido un efecto destructivo, especialmente en
los niños.
La investigación mostró que, durante la pandemia, el 35% de
los niños de entre 7 y 9 años aumentaron el tiempo dedicado a
ver televisión, jugar videojuegos o usar redes sociales; el 28%
redujo el tiempo dedicado a actividades al aire libre. Además,
la percepción de los padres de que sus hijos tenían sobrepeso se
duplicó, pasando del 8 al 16%.
En algunos aspectos, las cosas fueron aún peores en Italia,
que fue uno de los países donde más se redujo el tiempo dedicado
afuera (-40%) y se registró un mayor aumento en la percepción de
sobrepeso por parte de los padres, que pasó del 10 al 25%.
También se redujo el consumo de frutas y verduras y aumentó
el de aperitivos dulces y salados.
"No podemos permitirnos ignorar estas tendencias: en nuestra
región, 1 de cada 3 niños tiene sobrepeso u obesidad y el
consumo de frutas y verduras ya es bajo", dijo Kremlin
Wickramasinghe, experto de la OMS Europa. "Espero que este
informe encienda las alarmas". (ANSA).