Por Nina Fabrizio
(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 02 MAG - "Una paz verdadera y
duradera requerirá mucho tiempo, ahora debemos trabajar para un
cese de hostilidades, un alto al fuego como primer paso hacia
otras perspectivas políticas que aún están por construir", dice
el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de
Jerusalén.
Pizzaballa está en Roma para asumir su cargo cardenalicio,
que ya había tenido que posponer debido al cierre del espacio
aéreo causado por el reciente ataque de represalia iraní hace
dos semanas, y para una lectio magistralis en la Pontificia
Universidad Lateranense sobre el tema, muy actual y al mismo
tiempo muy delicado, "Características y criterios para una
pastoral de la paz".
El cardenal insiste en tres pilares: "perdón, verdad y
justicia", y subraya la necesidad de abordar el "dolor" que no
debe convertirse solo en "rencor" y "rabia".
Directrices esenciales para los líderes religiosos que, como
él, están intentando el diálogo en horas que no dudó en
calificar como "dramáticas" pero también de "esperanza". Pero
advierte que la Santa Sede o cualquier otra entidad, como el
propio Patriarcado, en esta etapa, "no deben" mediar
directamente.
"Se está hablando, se está trabajando", explica, "pero es
muy difícil identificar caminos y perspectivas mientras el
conflicto está en curso, hasta que esta situación no se
detenga". Se necesitan, ante todo, "la liberación de los
rehenes, por un lado, y la de al menos algunos prisioneros
palestinos por el otro, y luego se verá".
"El papel de la Santa Sede y no solo de la Santa Sede",
agrega, "es crear espacios y contextos de facilitación, no es
nuestro papel entrar en la mediación, especialmente en
realidades tan complejas y problemáticas, pero crear los
contextos, las condiciones previas para que esto pueda suceder".
Sin embargo, presionado sobre la intervención en Rafah
prometida por Netanyahu con cualquier resultado de las
negociaciones en curso con Hamás, Pizzaballa se pronuncia
apenas: "Digamos que estamos presentes, ahora no es el momento
de entrar en detalles".
La situación humanitaria sigue siendo extremadamente
dramática. La comunidad católica de Gaza, por ejemplo, la que se
refugió en las primeras horas del conflicto dentro del recinto
de la iglesia de la Sagrada Familia, ahora se ha reducido a "462
personas" (eran alrededor de 500) mientras que "208 están en la
iglesia ortodoxa".
"Están mal", cuenta el nuevo cardenal, "pero son valientes,
intentan resistir. Hay escasez de agua, medicamentos, todos han
perdido sus hogares. Ahora también hay problemas de
enfermedades, algunas monjas han contraído hepatitis debido al
agua contaminada. La comida escasea y se compra principalmente
en el mercado negro a precios exorbitantes, pero al menos algo
hay. También acabamos de enviar ayuda".
Pizzaballa habla de una situación bastante crítica también
en la zona de Jenin, en Cisjordania: "Es una zona muy caliente,
el primer problema después del 7 de octubre fue que se
cancelaron muchos permisos de trabajo. Los hospitales están
lejos, los puntos de control han aumentado, estamos creando
oportunidades de empleo temporales, también allí por ahora se
logra resistir. Hasta donde sabemos. (ANSA).