Por Alessandro Logroscino
(ANSA) - LONDRA, 26 APR - Existe un misterioso incendio,
verificado un mes atrás en un depósito de propiedad ucraniana,
enclavado en un área anónima industrial en la periferia oriental
del Gran Londres, detrás la investigación que llevó a la
incriminación de un joven británico y de 4 presuntos cómplices
suyos bajo el cargo de "actividades hostiles a beneficio del
Estado ruso".
Acusaciones de ribetes inquietantes, se lee en los renglones
de un dosier quitado hoy solo en parte al secreto de la
investigación, en el marco de indagaciones conducidas por el
antiterrorismo, y posibles gracias al apretón legislativo
impuesto en el Reino Unido, el año pasado en materia de
"amenazas a la seguridad nacional", y de sospechas de
inteligencia aunque sea potencial "con enemigo" sobre trasfondo
de un escenario geopolítico conflictivo signado por la guerra
entre Moscú y Kiev en Europa, como la escalada de la
confrontación entre Occidente y China y la inestabilidad
permanente en el Medio Oriente.
En el centro del caso -definido grave en Londres y que
desembocó en la inmediata convocatoria del Foreign Office en
calidad de protesta al embajador ruso- un veinteañero inglés,
Dylan Earl, contratado según los investigadores vía Internet por
elementos del grupo Wagner, la tristemente célebre formación
privada -calificada como terrorista por Estados Unidos, Gran
Bretaña y la UE- sindicada aparentemente bajo control del
Kremlin después de la revuelta encabezada el año pasado por su
difunto fundador, el oligarca Yevgeny Prigozhin.
Nick Price, jefe de división del Crown Prosecution Service
(CPS), se limitó a indicar al veinteañero como figura clave de
la investigación y atribuir un rol más o menos marginal a las 4
personas individualizadas.
El fiscal David Cawthorne agregó más tarde algún elemento
ulterior, evocando
un cuadro de "proyectos criminales", en perspectiva, a más vasto
alcance.
"El señor Earl -dijo- actuó de intermediario. Fue reclutado
online por cuenta de Rusia y de la organización terrorista
Wagner Group para reclutar, a su vez, a otros y comprometerlos
en actividades maliciosas".
"El incendio de marzo -prosiguió Cawthorne- causó grandes
daños a la estructura comercial atacada y fue concebido como un
primer mensaje: si ayudás a Kiev, el castigo te alcanzará".
El ministro de Asuntos Exteriores, David Cameron, se
declaró alarmado; mientras que, desde Berlín, el secretario
general de la OTAN, Jens Stoltenberg, trazó un paralelo entre
estos hechos y la reciente denuncia de las actividades de
espionaje ruso en Alemania, hablando de comportamientos
"inaceptables y peligrosos" que deben ser combatidos de forma
"coordinada" entre los aliados y calificando de "preocupante" la
implicación de ciudadanos alemanes o británicos. No sin añadir
que, "de todos modos, nada nos disuadirá de brindar apoyo a
Ucrania".
Las objeciones contra Earl se refieren -por primera vez,
señala el jefe de antiterrorismo de Scotland Yard, Dominic
Murphy- a la aplicación de una nueva ley: la Ley de Seguridad
Nacional de 2023, una medida represiva deseada por el gobierno
conservador contra " ataques a la democracia, a la economía, a
los valores" del Reino.
Otros dos hombres, Paul English, de 60 años, y Nii Mensah,
de 21, fueron acusados ;;de complicidad simple en el incendio
provocado. Mientras que Jake Reeves, de 22 años, tendrá que
responder por haber recopilado material de potencial interés
para "servicios secretos extranjeros", además de haber ayudado a
Earl a planificar el siniestro; y Dmitrijus Paulauska únicamente
por omitir presentarse.
La investigación parte del incendio provocado el mes pasado
en un cobertizo en Leyton, un suburbio al este de Londres.
"Estructura comercial", al menos sobre el papel, atribuible a
las actividades empresariales de "reparto de paquetes"
encabezadas por un tal Mykhaylo Prykhodko: ciudadano ucraniano
residente en la capital británica con su esposa Jelena y
debidamente dotado también de un segundo nombre conveniente,
Mikhail Boikov, de sonido más ruso. (ANSA).