Por Stefano de Paolis
(ANSA) - ROMA, 28 NOV - Para el controvertido príncipe
heredero y hombre fuerte saudí Mohammed bin Salman (MBS), la
asignación de la Expo 2030 representa efectivamente la guinda
del postre de su regreso como protagonista a la escena política,
de la que había sido mayoritariamente marginado. Pero también el
retorno concreto de la ofensiva diplomática, y sobre todo
financiera, que lleva años liderando por valor de miles de
millones de dólares, o más bien de petrodólares.
La última inversión ante los ojos de todos fue la intrusiva
campaña publicitaria (y no sólo) sobre la oportunidad de asignar
a Riad el prestigioso evento que data de 1851 y que se puede ver
en cada autobús, taxi o cartelera de París, donde se decide la
Expo.
Empero, el camino recorrido para alcanzar este éxito fue
largo. También está plagado de conmociones, provocadas, por
ejemplo, por la acusación formulada por muchos contra el
príncipe de ser el instigador del asesinato del periodista Jamal
Khashoggi, despedazado en el consulado saudí en Estambul el 2 de
octubre de 2018.
O del capítulo nada edificante sobre los derechos humanos en
el reino. Empezando por las ejecuciones con pena capital: según
Amnistía Internacional, sólo entre enero y octubre de este año,
Arabia Saudita ejecutó a 112 personas. Por no hablar de las
críticas dirigidas al régimen por la represión de todas las
formas de disidencia y las limitaciones a las libertades de las
mujeres.
Pero el regreso del príncipe, acelerado por la crisis
energética provocada por la guerra en Ucrania, ya había
comenzado hace algún tiempo y el éxito de hoy marca una etapa
fundamental en su mayor ofensiva lanzada desde 2016, cuando
reveló los primeros detalles de la "Visión 2030", su proyecto
estará finalizado en 2030 para reducir la dependencia del reino
del petróleo mediante el desarrollo de sectores como el turismo,
las finanzas y, sobre todo, el entretenimiento, es decir, el
deporte.
Para hacer realidad esta visión, el príncipe tiene a su
disposición el fondo soberano enorme de Arabia Saudita de
650.000 millones de dólares, del que también sacó provecho para
adquirir el circo del fútbol y sus estrellas mundiales, como
Cristiano Ronaldo, Neymar o Roberto Mancini, y ganar influencia
en el golf mundial e incluso en la Fórmula 1, de la que la
petrolera nacional de Arabia Saudita Aramco, que es uno de los
principales patrocinadores: desde hace un par de años no es
casualidad que también se celebre en Riad un gran premio por
temporada.
De nuevo con petrodólares, la Oficina de Turismo del país,
Visit Saudi, se convirtió en el principal financista de la nueva
Liga Africana de Fútbol y en el socio global oficial de la
Confederación Asiática de Fútbol.
Además tiene un acuerdo de patrocinio con La Liga española,
mientras que en Italia la Roma firmó un acuerdo de dos años con
el Riyadh Season, un programa de turismo saudí.
En este contexto, ahora es casi seguro que Arabia Saudita
también obtendrá la Copa Mundial masculina de la FIFA 2034,
después de que la federación australiana de fútbol se retirara
el mes pasado.
Para la celebración de la Expo, según diversas fuentes, el
reino destinó casi
ocho mil millones de dólares y la ha promocionado con el
críptico eslogan "La era del cambio: juntos por un mañana con
visión de futuro". Con la esperanza de archivar episodios
vergonzosos del pasado. (ANSA).