Se suponía que la primera visita de un sumo pontífice a los estudios de cine de Roma sería la culminación del Jubileo de los Artistas, pero la cita fue cancelada. Francisco tiene 88 años y una serie de dolores, pero, a diferencia de todas las personas de su edad, no puede, debido a su función, descansar.
Este año también se celebra el Jubileo con su intenso calendario de eventos. El domingo pasado, muchas personas, tanto dentro como fuera del Vaticano, tuvieron temor. A pesar de la bronquitis y las temperaturas febriles, quería celebrar la misa en la Plaza de San Pedro por el Jubileo de las Fuerzas Armadas.
El manto blanco volando, el discurso homenaje pronunciado solo parcialmente y luego confiado a un colaborador. Todo esto indica que su presencia allí no fue una elección afortunada.
Pero entre los colaboradores cercanos, se sostiene que era el Papa quien deseaba firmemente estar allí.
Y aun en esos días, cuando la bronquitis no aflojaba y las terapias que hacía puertas adentro no habían dado resultados, decidió asistir a ese exigente evento de tres días junto a los artistas, un mundo muy querido para él. Pero es un hecho que a esta edad y con una serie de fragilidades, aunque su carácter quisiera disimularlas, el Año Santo es una prueba difícil para el Papa.
Las audiencias generales se han duplicado (de miércoles a sábado), los encuentros privados se han multiplicado, como también las celebraciones presididas por él.
En el primer gran acto del Jubileo, el de los periodistas ya había optado a finales de enero por "archivar" el largo discurso de nueve páginas para intervenir poco más de un minuto.
Luego se dirigió al Salón Pablo VI para saludar personalmente al mayor número de personas posible. Francesco, ya en esa ocasión, parecía cansado y molesto.
Pero, igualmente, con su infalible buen humor. Cuando los periodistas le preguntaron cómo estaba, él, en su silla de ruedas, respondió con una fuerte risa: "Estoy sentado, no lo ves?".
Ahora le esperan unos días de hospitalización y presumiblemente, un periodo de descanso. La pregunta es si se revisará el calendario jubilar, una de las preguntas que circula insistentemente en los círculos vaticanos.
También en danza, el capítulo de los viajes apostólicos: el Papa ha expresado en varias ocasiones su deseo de ir a Nicea, en Turquía, donde en mayo se celebrarán el 1700 aniversario del Concilio Ecuménico. Los preparativos y las inspecciones iniciales del sitio ya están en marcha. Pero, la duda surge: será posible para el Papa Francisco, con todas sus fragilidades, realizar otro viaje internacional. Incluso a su querida Argentina, imaginado para fin de año.
La multiplicación de la agenda preocupa a los que rodean al Papa, que saben que no es nada fácil convencerle de reducir el número de compromisos, aunque siempre hay caídas y descensos inesperados.
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