"Aunque haya tanto mal en el mundo, podemos distinguir quién es diferente: su grandeza, que a menudo coincide con la pequeñez, nos conquista", afirmó hoy el papa Francisco en la audiencia jubilar, subrayando que "la misericordia cambia el corazón".
"El Jubileo es un nuevo comienzo para el hombre y para la tierra; es un tiempo -subrayó Francisco- en el que todo debe repensarse en el sueño de Dios. Y sabemos que la palabra 'conversión' indica un cambio de dirección".
"Todo se puede ver, finalmente, desde otra perspectiva y así nuestros pasos también se encaminan hacia nuevas metas. Así surge la esperanza que nunca defrauda".
En cambio, "un yo demasiado confiado, un yo demasiado orgulloso nos impide reconocer a Jesús Resucitado: también hoy, de hecho, su aspecto es el de la gente común, que fácilmente se queda atrás. Incluso cuando lloramos y nos desesperamos, lo dejamos atrás".
El Pontífice, finalmente, llamó a tener "una actitud valiente ante la vida", porque "es malo dejar la silla vacía".
"Cada uno puede decir: tengo un lugar, tengo un nombre, tengo una misión", concluyó el Papa.
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