El Movimiento Internacional de Sacerdotes Casados relanzó su batalla para regresar a la Iglesia.
Ya desde 2003, el fundador, don Giuseppe Serrone, contó la historia de su vida como sacerdote hasta 2002, año en el que se casó con una muchacha albanesa que acudió a ayudarla en la parroquia debido a un accidente.
Serrone aseguró, en repetidas ocasiones, que la mujer nunca fue su amante y nunca llevó una doble vida: todo ocurrió una vez que él renunció y obtuvo la exención de las obligaciones matrimoniales. También se han regularizado los matrimonios religiosos.
"Los sacerdotes casados -afirmó Don Serrone en su llamamiento- son una riqueza que hay que valorar para las diócesis y las parroquias. El matrimonio y el orden sacerdotal son dos sacramentos que pueden conciliarse entre sí, según la praxis de las primeras comunidades cristianas que tuvieron papas, obispos dentro de ellos y sacerdotes casados". "Por eso, pido al papa Francisco que permita que regresen a la Iglesia a aquellos sacerdotes casados y regulares que obtuvieron una dispensa regular y tienen un matrimonio religioso y tienen la intención de comprometerse pastoralmente", prosiguió.
También la esposa de Giuseppe, Albana Ruci, originaria de Valona (Albania), se sumó al llamamiento al Pontífice para ser readmitida en la Iglesia en el Año Jubilar 2025.
"Hago un llamamiento a usted, papa Francisco, para que restablezca a los sacerdotes en el ministerio sacerdotal ahora casados con un camino previsto por el derecho canónico".
"Ojalá nunca más vuelva a ocurrir que una joven de tan solo 28 años, como yo en 2004, sea internada en un hospital psiquiátrico por las consecuencias de un ataque con lanzamiento de piedras y gritos sólo porque tras ser dada de alta inició una historia de amor, con el párroco del pueblo, ataque que todavía pesa sobre mis actuales condiciones de salud", prosiguió.
"Que nunca más vuelva a suceder que la madre de un sacerdote sea humillada por teléfono porque su hijo renunció a la parroquia e inició un camino hacia el matrimonio. Nosotros, papa Francisco, no hemos abandonado la Iglesia, y nos sentimos dentro de la Iglesia".
"La readmisión al sacerdocio no será ciertamente la primera alegría de nuestra vida, pero será sin duda una alegría eterna, infinita", completó.
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