"Es importante que los niños se sientan bien. Si tienen hambre, darles el pecho, que no lloren. Si tienen mucho calor, cambiarles... Pero que se sientan tranquilos, porque hoy mandan ellos y hay que servirles con el Sacramento, con oraciones", dijo el pontífice a los padres de los niños.
"Hoy cada uno de ustedes, padres y la misma Iglesia, hacen el regalo más grande: el don de la fe a los niños", agregó.
Los 21 recién nacidos que reciben el bautismo, acompañados de sus padres y padrinos y madrinas, son todos hijos de empleados del Vaticano o de la Guardia Suiza.
Bajo la bóveda y los frescos de Miguel Angel de la Capilla Sixtina resuenan sus gritos y nombres como Riccardo, Maurizio, Vittoria, Angelo, Gabriele, Flavio, Sofia, Tancredi, Giulio, Lorenzo, Diana, Alessandro, Marco e incluso Giorgia.
El Papa, asistido en la ceremonia por los cardenales concelebrantes Konrad Krajewski y Fernando Vergez Alzaga y por sus dos secretarios, ofició el rito como un simple párroco, formulando las preguntas canónicas a los padres y padrinos y derramando delicadamente el agua bautismal sobre las cabezas de los 21 niños.
"Pedimos al Señor que crezcan en la fe en la verdadera humanidad, en la alegría de la familia", dijo en las pocas palabras pronunciadas en el lugar de la homilía, después de la lectura del Evangelio. Y al final saludó a todos, repartiendo rosarios a los adultos y dulces a los niños.
Luego, en el Angelus en la Plaza de San Pedro, Francisco hizo una pregunta a los fieles: "¿Cada uno de nosotros recuerda la fecha de nuestro bautismo? ¡Esto es muy importante! Piensen: '¿En qué día fui bautizado?' ¿Y si no lo recordamos? ¿Recuerdan?, al llegar a casa, preguntamos a los padres, a los padrinos, la fecha del Bautismo y celebramos la fecha como un nuevo cumpleaños: el del nacimiento en el Espíritu de Dios. ¡No se olviden! Este es un trabajo para hacer en casa: la fecha del Bautismo".
También en el Angelus, además de rezar por los niños recién bautizados y sus familias, el Papa pidió "al Señor, por todos los matrimonios jóvenes, que tengan la alegría de acoger el don de los niños y llevarlos al Bautismo".
Luego manifestó su cercanía a "los habitantes del condado de Los Angeles, en California, donde en los últimos días se han producido incendios devastadores".
"Rezo por todos ustedes", dijo.
El Papa recuerda que esta mañana en la Basílica de San Juan de Letrán fue beatificado don Juan Merlini, sacerdote de los Misioneros de la Preciosa Sangre.
"Dedicado a las misiones populares, fue un consejero prudente para muchas almas y un mensajero de paz - subrayó-.
Invocamos también su intercesión mientras oramos por la paz en Ucrania, en Oriente Medio y en el mundo entero".
"Y no dejemos de orar por la paz. No olvidemos que la guerra es siempre una derrota", reiteró el Pontífice.
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