"Este término me repugna: la carrera eclesiástica. Hay que desecharlo", sostuvo hoy, en la audiencia con la Familia Calasanziana.
Hablando de san José de Calasanz, "de familia acomodada, probablemente destinado a la carrera eclesiástica", el pontífice recordó que "no dudó en trastocar los planes y perspectivas de su vida para dedicarse a los niños de la calle que encontraba en la ciudad".
De ahí la invitación a la congregación a "mantener la misma apertura y prontitud en las opciones, sin calcular demasiado, superando miedos y vacilaciones, especialmente ante las tantas y nuevas formas de pobreza de nuestros días".
No es la primera vez que el Papa Francisco advierte contra el deseo de hacer carrera en la Iglesia. En un libro-entrevista publicado en 2023 llegó a decir que, después de la plaga de los abusos, "hoy la mayor perversión en la Iglesia es la del ascenso de los sacerdotes y la mundanidad".
El Papa condena siempre que puede el deseo de hacer una carrera que "hace tanto daño", como dijo en una audiencia en mayo pasado, explicando que pone de relieve el individualismo, pero siempre hay que centrarse en el trabajo comunitario. Un llamamiento que repite cada vez que se encuentra con eclesiásticos, desde seminaristas hasta cardenales.
En la misma audiencia con los calasancianos, Francisco pidió educar a los jóvenes en "relaciones normales, mirándose a los ojos, y no relaciones virtuales a través del teléfono móvil".
Finalmente, al reunirse con la Comisión Teológica Internacional, confirmó su deseo de ir a Nicea, Turquía, en 2025.
"Durante este Año Santo, tendremos también la oportunidad de celebrar el 1700 aniversario del primer gran Concilio Ecuménico, el de Nicea. Estoy pensando en ir allí", anunció.
"Este Concilio constituye un hito en el camino de la Iglesia y también de toda la humanidad", subrayó el Papa Francisco.
En Nicea, el año que viene se podría tomar una decisión histórica para la Iglesia: la celebración de la Pascua el mismo día tanto para católicos como para ortodoxos. En 2025 será así pero sólo por una coincidencia de calendarios (los católicos siguen el gregoriano mientras que los ortodoxos siguen el juliano). La esperanza del Papa Francisco es que se llegue a un acuerdo para dejar definitivamente atrás las celebraciones separadas de la fiesta cristiana más importante.
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