Uno de ellos, el padre Mathias Wuensche, ha vivido durante 45 años su dilema interior: la profunda vocación de servir a la Iglesia y la herida del abuso sufrido dentro de esa misma Iglesia cuando aún era menor de edad, por parte de otro sacerdote.
A pesar de esto, esto no le impidió seguir posteriormente la llamada a convertirse él mismo en sacerdote. Esta es una historia compartida por el padre Mathias y otros sacerdotes, y que presentaron ayer al Pontífice.
"Soy un sacerdote de 63 años y fui abusado por otro sacerdote hace 45 años. Todavía sufro hoy", relata el padre Mathias de la Diócesis de Bamberg, a Radio Vaticana - Vatican News.
"El Santo Padre nos dijo que este es el lado oscuro de la Iglesia. Yo sigo siendo el mismo, hoy soy sacerdote y esto es un gran dilema para mí", explica, y destaca la cercanía mostrada por el Papa: "El Santo Padre estaba muy consciente, eso es un consuelo".
"Nosotros, como víctimas de abuso, tenemos una dignidad que no queremos olvidar, y el Papa también nos lo ha reiterado con fuerza", añade el padre Mathias.
"Como sacerdotes que han sufrido abusos, nos encontramos en una situación difícil dentro de la Iglesia. Idealmente, deberíamos ser invisibles porque recordamos constantemente este problema", se hace eco el padre Liudger Gottschlich, de la arquidiócesis de Paderborn, también víctima de abuso por parte de un sacerdote cuando tenía 11 años, y actualmente involucrado en la pastoral para personas que han sufrido violencia.
En Alemania, explica, muchas personas abandonan la Iglesia debido a este problema.
Algunos de estos sacerdotes ya habían encontrado al Papa en mayo del año pasado, cuando, junto con un grupo de unas quince personas, incluidos ancianos y jóvenes, participaron en una "peregrinación" en bicicleta que partió de Múnich y terminó en la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
Una iniciativa apoyada por la Arquidiócesis de Múnich y Freising, con el objetivo de solicitar un mayor compromiso contra los abusos sexuales, para que la Iglesia sea "un lugar seguro" para todos. Este objetivo fue reiterado en una carta que el grupo entregó al final de la audiencia al Papa.
El encuentro de ayer con Francisco, continúa Gottschlich, se desarrolló en un "ambiente especial" de cercanía y sinceridad.
"Esta conversación con el Papa fue diferente... muy íntima, muy familiar. La encontramos muy alentadora y fortalecedora".
Francisco alentó el trabajo con las personas afectadas: "Nos animó fuertemente a convertir nuestras heridas en fructíferas para el trabajo pastoral y a buscar, en la medida de lo posible, tener un efecto sanador. Nos animó muchísimo en esto. Al mismo tiempo, este encuentro demostró una vez más que no debemos callar, sino mantener vivo este tema en la Iglesia", afirman.
Los padres Mathias, Liudger y los demás sienten que deben hacer un llamado: "No tengan miedo de acercarse a las personas víctimas de abusos. Creo que este es el mayor problema, que las personas que se abren y dicen que han sido abusadas generan ansiedad. ¿Cómo manejar esto? ¿Qué hacer?".
El riesgo, concluyen, es volver a herir a las víctimas, que terminan sintiéndose aún más "solitarias y abandonadas". En cambio, es importante preguntar: "¿Qué necesitas?"
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