"Que María, mediadora de la gracia, siempre vigilante y solícita de todos sus hijos, obtenga para toda la humanidad el don de la armonía y de la paz", escribió el Papa.
Y añadió: "Encomiendo a todos los habitantes de Roma, especialmente a los ancianos, a los enfermos, a los solitarios y a los que tienen dificultades, a la intercesión materna de María 'Salus Populi Romani'; que ella, virgen de la ternura y del consuelo, fortalezca la fe, la esperanza y la caridad para irradiar el amor y la misericordia de Dios en el mundo".
"Estoy espiritualmente unido a toda la comunidad diocesana, que celebra por primera vez la memoria litúrgica de Santa María Salus Populi Romani, recordando también el voto con el que el pueblo de Roma, junto con su Pastor, el Papa Pío XII, hizo a la virgen el 4 de junio de 1944 para implorar la salvación de la ciudad, cuando estaba a punto de producirse el enfrentamiento frontal entre el ejército alemán y el de los aliados angloamericanos", rememoró el Papa.
La devoción al antiguo icono conservado en la Basílica de Santa María la Mayor "está viva desde hace siglos en el corazón de los romanos, que acudían a él para presentar súplicas e invocaciones, especialmente durante las plagas, los desastres naturales y las guerras".
"Los acontecimientos más destacados de la vida religiosa y civil de Roma encontraron un eco ante esta imagen -recuerda el Pontífice-. No es por tanto sorprendente que el pueblo romano quisiera confiarse una vez más a María 'Salus Populi Romani', mientras que el La ciudad vivía la pesadilla de la devastación nazi".
Ochenta años después, "el recuerdo de aquel acontecimiento tan lleno de significado quiere ser una oportunidad para la oración por quienes perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial y para una renovada meditación sobre el terrible flagelo de la guerra".
"Demasiados conflictos en diferentes partes del mundo siguen abiertos hoy - subrayó Francisco en la carta a monseñor Reina -. Pienso en particular en la atormentada Ucrania, en Palestina e Israel, en Sudán, en Myanmar, donde aún rugen las armas y la sangre humana continúa derramándose.
"Se trata de tragedias que afectan a innumerables víctimas inocentes, cuyos gritos de terror y de sufrimiento cuestionan la conciencia de todos: ¡no podemos ni debemos ceder a la lógica de las armas!", continúa.
"Veinte años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1965, el Papa San Pablo VI, hablando en la ONU, se preguntó: "¿Cambiará el mundo alguna vez la mentalidad particularista y beligerante que hasta ahora ha tejido gran parte de su historia?" (4 de octubre de 1965)".
Según el argentino Jorge Mario Bergoglio, "esta pregunta, que aún espera respuesta, estimula a todos a trabajar concretamente a favor de la paz en Europa y en todo el mundo. La paz es un don de Dios, que también hoy debe encontrar corazones disponibles para acogerla y trabajar ser artífices de la reconciliación y testigos de la esperanza".
El Pontífice espera "que las iniciativas promovidas para conmemorar el voto popular a la Madre de Dios, en los cuatro lugares que fueron protagonistas de ese evento, puedan reavivar entre los romanos la intención de ser constructores de la verdadera paz en todas partes, relanzando la fraternidad como condición "Puede ser constructor de la paz quien la posee en sí mismo y, con valentía y mansedumbre, se compromete a crear vínculos, a establecer relaciones entre las personas, a aliviar las tensiones en la familia, en el trabajo, en la escuela, entre amigos, puede ser constructor de paz. De ahí la bienaventuranza evangélica: 'Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios' (Mt 5,9)", concluyó.
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