"Hay un dato que me dijo un estudioso de la demografía: en este momento, las inversiones que dan más ganancias son las fábricas de armas y los anticonceptivos: uno destruye la vida, otro impide la vida. Y estas son las inversiones que dan más ganancias. ¿Qué futuro nos espera?", preguntó el Papa.
Para Francisco, la disminución de la tasa de natalidad debe abordarse con "previsión". A nivel institucional, se necesitan con urgencia políticas eficaces y opciones valientes, concretas y de largo plazo".
"Es necesario un mayor compromiso por parte de todos los gobiernos, para que las generaciones jóvenes estén en condiciones de poder realizar sus sueños legítimos", añadió.
Por este motivo, es necesario "poner a una madre en la situación de no tener que elegir entre trabajar y cuidar de sus hijos; o liberar a muchas parejas jóvenes del peso de la precariedad laboral y la imposibilidad de comprar una casa", subrayó.
"El número de nacimientos es el primer indicador de la esperanza de un pueblo. Sin niños y jóvenes, un país pierde las ganas de futuro", destacó el Papa, que recordó que "en Italia, por ejemplo, la edad media es actualmente de cuarenta y siete años, y se siguen batiendo nuevos récords negativos".
"Lamentablemente, si nos basáramos en estos datos, nos veríamos obligados a decir que Italia está perdiendo progresivamente la esperanza de futuro, como el resto de Europa: el Viejo Continente se está transformando cada vez más en un continente viejo, cansado y resignado, tan ocupado en exorcizar la soledad y las angustias que ya no puede disfrutar, en la civilización del don, de la verdadera belleza de la vida", enfatizó.
"No faltan perros y gatos en los hogares, faltan niños", agregó.
"El problema de nuestro mundo no son los niños que nacen: es el egoísmo, el consumismo y el individualismo, que hacen que las personas sean solitarias e infelices, dijo.
El Pontífice recordó que "en el pasado no faltaban estudios y teorías que advertían sobre el número de habitantes de la Tierra, porque el nacimiento de demasiados niños habría creado desequilibrios económicos, falta de recursos y contaminación".
"Siempre he me ha llamado la atención cómo estas tesis, hoy anticuadas y superadas desde hace tiempo, hablan del ser humano como si fuera un problema. Pero la vida humana - subrayó el Pontífice - no es un problema, es un don".
"Y en la base de la contaminación, del hambre en el mundo no están los niños que nacen, sino las decisiones de quienes solo piensan en sí mismos, el delirio de un materialismo desenfrenado, ciego y rampante, de un consumismo que, como un virus maligno, ataca de raíz la existencia de las personas y de la sociedad", añadió.
Por lo tanto, "el problema no es cuánta gente vive en el mundo, sino qué mundo estamos construyendo; no son los niños, sino el egoísmo, que crea injusticias y estructuras de pecado.
Las casas se llenan de objetos y se vacían de niños, convirtiéndose en lugares muy tristes".
"El futuro no se construye solo con tener hijos, falta otra parte importante, los abuelos", advirtió Bergoglio. "Hoy existe una cultura de esconder a los abuelos, enviarlos a una residencia de ancianos. Ha cambiado un poco para la jubilación... pero la tendencia es la misma: descartar a los abuelos".
"Por favor, no nos olvidemos de los abuelos, los abuelos solitarios, los abuelos descartados, esto es un suicidio cultural. Cuidemos a los niños, pero también cuidemos a los abuelos, es muy importante", concluyó el Papa.
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