Once años pasaron desde el momento en que Jorge Mario Bergoglio, con sus "buenas noches", anunció un pontificado completamente nuevo, caracterizado por la proximidad, la informalidad y, sobre todo, la atención a los más frágiles de la tierra.
Hoy para el papa Francisco fue una jornada de normal trabajo, con la audiencia general en la Plaza de San Pedro. La voz, después de algunas semanas, todavía está ronca y entrecortada por la tos.
"Todavía tengo un poco de frío", anunció a los fieles, dejando la lectura de la catequesis a uno de sus colaboradores.
Pero para renovar el llamamiento a poner fin a los conflictos, tomó la palabra personalmente: "Por favor, perseveremos en la oración ferviente por quienes sufren las terribles consecuencias de la guerra. Hoy me trajeron un rosario y el evangelio de un joven soldado que murió en el frente, él oró con esto. Muchos jóvenes, muchos jóvenes, van a morir.
Oremos al Señor para que nos dé la gracia de superar esta locura de la guerra que es siempre una derrota".
Esos recuerdos le fueron traídos por sor Lucía Caram, una religiosa argentina que vive en Barcelona, ;;y que es conocida en toda España por sus misiones humanitarias.
Viajó varias veces a Ucrania para llevar ayuda a la población. Hoy se reunió con el papa Francisco en el Vaticano antes de la audiencia general.
"Vimos a un Papa sereno", contó sor Caram.
"Le hice un regalo que lo conmovió: un estuche con el libro de los Evangelios y los Salmos que llevaba un soldado que murió en el frente. Le regalé el rosario que llevaba Oleksandre cuando murió. Francisco besó el rosario" que él mismo había bendecido antes de ser llevado a Ucrania y "se emocionó. Ama a Ucrania y sufre el martirio de este pueblo invadido y cruelmente atacado", agregó la monja.
"Me animó a continuar. Me dio más rosarios para llevar a Ucrania", añadió, refiriéndose a sus misiones humanitarias en el país.
El Papa inició así su duodécimo año de pontificado con dos desafíos: uno personal, el de afrontar los límites que su salud le impone de vez en cuando; y luego el otro, el de ver una humanidad desgarrada por los conflictos, a partir de lo que siempre define como "la Ucrania atormentada" y Tierra Santa.
Los mejores deseos de todo el mundo. También provienen del presidente ruso, Vladimir Putin. Así lo dio a conocer la embajada rusa ante la Santa Sede, que define al Pontífice como "un verdadero defensor de la paz".
Para el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani, "el Papa quiere la paz y no se puso del lado de Rusia -afirmó, refiriéndose a la última entrevista concedida por Bergoglio-. Interpreté su mensaje como el de alguien que quiere luchar por la paz".
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