"Jesús nos hace plenos de sentimientos para liberarnos de un amor posesivo, voraz y destructivo porque, en el fondo, busca solo para sí mismo, mientras que el amor une al amado", sostuvo.
"El amor se ve en los pequeños gestos", agregó Zuppi.
Sus palabras tuvieron lugar en la homilía de la misa que celebró para los carabineros, que ratificará poco después en la Asamblea de la Confederación de Artesanos: "Hay tanto individualismo, está el yo que nutrimos con anabólicos y tranquilizantes. En cambio, no hay historia, el yo se encuentra a sí mismo si encuentra el nosotros".
"Hay tanta posesividad destructiva como vemos en tantos casos", dice sin citar explícitamente el caso de Giulia Cecchettin, porque casos hay muchos. Y en todos se manifiesta aquella "incapacidad de dar porque no está el otro, porque pensamos que estamos bien nutriendo el yo", subrayó. Zuppi también habló, frente a los carabineros que participaron en la misa, del ejemplo de Salvo D'Acquisto, que hace ochenta años se ofreció en lugar de algunos rehenes que estaban en manos de los nazis.
"Esto es amor: es dar. Cuando el amor no es dar entonces se vuelve posesivo y destructivo", insistió.
En el mismo sentido se expresó el obispo de Padua, monseñor Claudio Cipolla.
"La violencia, de cualquier forma y modalidad, nunca es la solución. Ahora es el momento de la cercanía, del consuelo y del silencio. Estamos todos invitados, sociedad civil e Iglesia, a encontrar tiempos y lugares para reflexionar, para comprender cómo acompañar y apoyar a los jóvenes de hoy, sus fragilidades y sus sueños, sus deseos y sus miedos, las esperanzas y las desilusiones", expresó.
El capellán de la cárcel Due Palazzi de Padua, Marco Pozza, sacerdote cercano al papa Francisco, afirmó que escuchó demasiados comentarios impregnados de odio y dijo: "Giulia, hoy, ya no está. Descansa en paz, joven de los mil sueños. Perdónanos la infamia. Filippo (el exnovio que la mató), hoy, está. Le tocará vivir también la vida de Giulia. Por siempre juntos. Si dentro de algún tiempo se queda aquí con nosotros en la cárcel, partiremos exactamente de aquí: 'El amor verdadero no golpea, Pippo' - dice Don Marco, relanzando las palabras del padre de Giulia -. Una silla eléctrica, comparada con estas palabras, parece una caricia de madre".
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