"Sufrimos mucho, los niños sufren. Mueren los enfermos, los viejos y muchos jóvenes. La guerra es siempre una derrota, no lo olvidemos, siempre es una derrota", añadió al final de la audiencia general.
"Los ambientes secularizados también nos ayudan a la conversión, porque los contactos con los no creyentes provocan en el creyente una revisión continua de su modo de creer y un redescubrimiento de la fe en su esencialidad", indicó luego el Papa al presentar la figura de Madeleine Delbrel, una francesa del siglo XX, venerable sierva de Dios.
Tomando una imagen de la propia Debrel, el Pontífice subrayó también que "la fe es como una bicicleta: si te paras no puedes sostenerla, no puedes mantener el equilibrio".
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