El pedido de hoy suena como una auténtica súplica: "Tantas personas han perdido la vida. Les ruego que paren en nombre de Dios: ¡alto el fuego!".
Luego el Papa pidió seguir "todos los caminos para evitar absolutamente una ampliación del conflicto".
Los pensamientos están fijos en la grave situación en Gaza y en los rehenes que aún mantiene Hamás.
"Que los heridos sean rescatados y ayuden a llegar a la población de Gaza, donde la situación humanitaria es muy grave.
Que los rehenes sean liberados inmediatamente. Entre ellos hay también muchos niños: que regresen con sus familias. Pensemos en los niños, en todos los niños involucrados en esta guerra, así como en Ucrania y otros conflictos: así es como se está matando su futuro", dijo el pontífice.
El Papa Francisco concluyó luego: "Oremos para tener la fuerza de decir basta".
Los niños son las primeras víctimas de esta sangrienta guerra.
Lo subraya también el custodio de Tierra Santa, padre Francesco Patton: "Las palabras del Papa me hicieron pensar, en primer lugar, en el acontecimiento de ayer aquí, en Jerusalén, donde los niños rezaron por la paz".
Juntos, israelíes y palestinos, cristianos y musulmanes.
"Me llamó mucho la atención la oración de una niña de 5 años, que rezaba preocupada por su padre. Este miedo marcará no sólo su infancia, sino probablemente toda su vida", dijo.
La empatía mostrada por los niños "es probablemente mayor que la de los adultos, los niños han sabido reconocer que el sufrimiento es de todos", sostuvo.
El clima en Jerusalén "sigue siendo surrealista, hay un miedo palpable y hay sentimientos de odio y de ira mezclados con impotencia y dolor", lo que pone de relieve "con más fuerza aún la necesidad de oración por nuestra parte y la necesidad de soluciones pacíficas, que permitan protección de las poblaciones civiles y, en particular, de los niños", afirmó el franciscano a los medios vaticanos.
Y los niños estarán en el centro del evento de mañana en el Vaticano. Siete mil personas de todo el mundo se encontrarán con el Pontífice para contarle sus miedos, pero sobre todo sus sueños.
"Los niños que llegan de los rincones más lejanos del planeta - subraya el padre Enzo Fortunato, director del evento - nos interrogan. Hoy nos piden que los escuchemos y al mirarles a los ojos, al mirarles a la cara, se lee el sueño de un mundo mejor, se lee su capacidad de abrazar a todos, de saludar a todos. Si los adultos no nos dejamos cuestionar por ellos, no podremos darles un camino mejor".
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