(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 29 OTT - La Iglesia "que sale
con ternura al encuentro de los más pobres" es la que forma
parte de su "gran y perenne reforma", afirmó hoy el papa
Francisco al concluir el Sínodo de los Obispos sobre la
sinodalidad.
"Quizás realmente tengamos muchas ideas hermosas para
reformar la Iglesia, pero recordemos: adorar a Dios y amar a
nuestros hermanos con su amor, esta es la gran y perenne
reforma. Siendo 'Iglesia adoradora' e 'Iglesia de servicio', que
lava los pies de la humanidad herida, acompaña el camino de los
frágiles, de los débiles y de los descartados, sale con ternura
al encuentro de los más pobres", sostuvo el pontífice al cierre
de la primera sesión de la asamblea general, en el camino que se
cerrará con la segunda en octubre de 2024, en la que esbozó una
vez más el identikit del nuevo modelo de Iglesia que persigue.
Y en la homilía lo dijo con palabras sencillas y claras.
"Esta es la Iglesia con la que estamos llamados a soñar: una
Iglesia sierva de todos, sierva de los más pequeños. Una Iglesia
que nunca exige un informe de "buena conducta", sino que acoge,
sirve, ama. Una Iglesia de puertas abiertas que es 'puerto de
misericordia'", afirmó.
Y en el paralelo entre "adorar" y "servir" ve también un
antídoto contra lo que señala como formas de "idolatría".
"Quienes adoran a Dios rechazan los ídolos porque, mientras
Dios libera, los ídolos esclavizan", advirtió.
"Hay que luchar siempre contra las idolatrías; las mundanas,
que muchas veces derivan de la vanagloria personal, como el
deseo de éxito, la autoafirmación a toda costa, la codicia del
dinero, el diablo entra por los bolsillos, no lo olvidemos, el
encanto de arribismo; pero también aquellas idolatrías
disfrazadas de espiritualidad: mis ideas religiosas, mi
capacidad pastoral... Estemos atentos para no terminar
poniéndonos en el centro en lugar de Él".
Instando a ser servidores de los débiles y humildes, el Papa
piensa también "en quienes son víctimas de las atrocidades de la
guerra; en el sufrimiento de los migrantes, en el dolor oculto
de quienes se encuentran solos y en condiciones de pobreza; en a
los que están aplastados por el peso de la vida; a los que ya no
tienen lágrimas, a los que no tienen voz".
"Y pienso en cuántas veces, detrás de hermosas palabras y
promesas persuasivas, se favorecen formas de explotación o no se
hace nada para impedirlas", afirmó.
"Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado
grave que corroe la fraternidad y devasta a la sociedad",
subrayó.
En definitiva, también hizo un balance de la Asamblea
sinodal - la primera en la que un gran número de laicos y
mujeres también tuvieron derecho a voto - que concluyó el sábado
por la tarde con la aprobación del Informe de síntesis, que
ahora pasará a las Iglesias locales para obtener más
contribuciones y reflexiones de cara a la sesión del próximo
año. Y también en vista de cuáles serán las opciones del
pontífice sobre una Iglesia menos "jerárquica" y más "sinodal",
con una mayor implicación del "pueblo de Dios".
"En esta 'conversación del Espíritu' pudimos experimentar la
tierna presencia del Señor y descubrir la belleza de la
fraternidad", subrayó.
"Nos escuchamos unos a otros y, sobre todo, en la rica
variedad de nuestras historias y de nuestras sensibilidades,
escuchamos al Espíritu Santo", observó.
Francisco reconoció, por tanto, que "hoy no vemos el fruto
completo de este proceso, pero con previsión podemos mirar el
horizonte que se abre ante nosotros: el Señor nos guiará y nos
ayudará a ser una Iglesia más sinodal y más misionera, que Adora
a Dios y sirve a las mujeres y hombres de nuestro tiempo,
saliendo a llevar a todos la alegría consoladora del Evangelio".
(ANSA).
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