(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 25 OTT - La Iglesia "necesita
escuchar a todos, empezando por los más pobres", dice la carta
de los padres sinodales al pueblo de Dios, difundida esta tarde
tras ser votada y aprobada por la XVI asamblea general
ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada a la sinodalidad
en la Iglesia.
El encuentro, que se inauguró el pasado 4 de octubre y que
concluirá el domingo 28 con la misa del Papa Francisco en la
Basílica de San Pedro, está llegando a su fin.
"Queridas hermanas, queridos hermanos, al concluir los
trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos, queremos, con todos
ustedes, dar gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia
que hemos vivido. Acabamos de vivir. Este tiempo bendito lo
vivimos en profunda comunión con todos ustedes. Fuimos
sostenidos por sus oraciones, llevando con nosotros sus
expectativas, sus preguntas e incluso sus miedos", comienza la
carta.
En el texto, la sesión que se desarrolla desde principios de
mes en el Vaticano se define como "una experiencia sin
precedentes.
Por primera vez, por invitación del papa Francisco, hombres
y mujeres fueron invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse
en la misma mesa para participar no sólo en las discusiones sino
también en las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los
Obispos: "utilizando el método de la conversación en el
Espíritu, compartimos humildemente las riquezas y la pobreza de
nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de
discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir hoy a la
Iglesia".
También se subraya que "nuestra asamblea tuvo lugar en el
contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y desigualdades
escandalosas resonaron dolorosamente en nuestros corazones y
dieron a nuestro trabajo una gravedad peculiar, sobre todo
porque algunos de nosotros venimos de países donde la guerra
hace estragos. Rezamos por las víctimas de la violencia asesina,
sin olvidar a todos aquellos a quienes la pobreza y la
corrupción han arrojado a los peligrosos caminos de la
migración, aseguramos nuestra solidaridad y nuestro compromiso
junto a las mujeres y hombres que en todo el mundo trabajan como
artesanos de la justicia y paz".
"Por invitación del Santo Padre, hemos dado un espacio
importante al silencio, para fomentar la escucha respetuosa y el
deseo de comunión en el Espíritu entre nosotros", continúa la
carta, y "día tras día hemos sentido la llamada urgente a la
conversión pastoral y misionera".
"¿Y ahora? - preguntan los padres sinodales - Esperamos que
los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de
2024, permitan a todos participar concretamente en el dinamismo
de la comunión misionera indicado por la palabra 'sínodo'".
"Los desafíos son numerosos y las preguntas numerosas - se
observa -: el informe resumido de la primera sesión aclarará los
puntos de acuerdo alcanzados, pondrá de relieve las cuestiones
abiertas e indicará cómo continuar el trabajo".
Además, "para progresar en su discernimiento, la Iglesia
necesita absolutamente escuchar a todos, empezando por los más
pobres".
Luego "aquellos que no tienen derecho a hablar en la
sociedad o que se sienten excluidos, incluso de la Iglesia",
"las personas que son víctimas del racismo en todas sus formas,
en particular, en algunas regiones, los pueblos indígenas cuyas
culturas han sido objeto de burla".
Sobre todo, "la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de
escuchar, con espíritu de conversión, a quienes han sido
víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y
comprometerse concreta y estructuralmente para que esto no
suceda de nuevo".
Por último, la Iglesia "necesita también escuchar a los
laicos, mujeres y hombres, todos llamados a la santidad en
virtud de su vocación bautismal", así como "acoger las voces de
quienes desean implicarse en ministerios laicales o en órganos
participativos de discernimiento y de decisión". (ANSA).
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