"Ser economistas y empresarios de 'Francisco' hoy significa ser necesariamente hombres y mujeres de paz: no darse a la paz", expresó el Papa en un mensaje a los jóvenes emprendedores, economistas y manager, participantes en el encuentro online "The economy of Francesco" en curso en Asís, desde hoy y hasta el 8 de octubre.
"Queridos jóvenes no tengan miedo a las tensiones y los conflictos, busquen habitarlos y humanizarlos, cada día -exhorta el pontífice-. Les confío el deber de custodiar la casa común y tener el coraje de andar el camino".
"Les pido permanecer activamente unidos -agrega-, construyendo, en temas operativos, verdaderos y propios puentes entre los continentes, que lleven definitivamente fuera a la humanidad de la era colonial, de las desigualdades.
Dar rostros, contenidos y proyectos a una hermandad universal.
Ser pioneros desde dentro de la vida económica y empresarial del desarrollo humano integral." Según Francisco "no basta un pensamiento solo 'sobre' y 'para' los pobres, sino 'con' los pobres, 'con' los excluidos".
"Incluso en teología hemos 'estudiado a los pobres' con demasiada frecuencia pero hemos estudiado poco 'con los pobres': desde el objeto de la ciencia deben convertirse en sujetos, porque cada persona tiene historias que contar, tiene un pensamiento sobre el mundo: la primera pobreza de los pobres es ser excluidos de expresar su opinión, excluidos de la posibilidad misma de expresar un pensamiento considerado serio -manifiesta el Papa -. Se trata de dignidad y respeto, que con demasiada frecuencia se niegan".Para el Papa, "la economía que mata no es economía, es perversión".
" Economía significa cuidar la casa común, y esto no será posible sino tenemos ojos entrenados para ver el mundo desde las periferias: la mirada de los excluidos, de los últimos", afirma Francisco.
"Hasta ahora la mirada sobre el hogar que prevalecía era la de los hombres, generalmente occidentales y del norte del mundo", observa el Pontífice, y añade: "Durante siglos hemos dejado de lado, entre otras, la mirada de las mujeres: si hubieran estado presentes, nos habrían hecho ver menos bienes y más relaciones, menos dinero y más redistribución, más atención a los que tienen y a los que no, más realidad y menos abstracciones, más cuerpo y menos charla".
"No podemos seguir excluyendo perspectivas diferentes de la práctica y la teoría económicas, así como de la vida de la Iglesia", precisa.
"Por este motivo, una alegría especial para mí es ver cuántas mujeres jóvenes son protagonistas de la Economía de Francisco. La economía integral es la que se hace con y para los pobres -en todas las formas en que hoy somos pobres- los excluidos, los invisibles, los que no tienen voz para ser escuchados", "La economía son los puestos de mercado, así como los centros de las finanzas internacionales; está la economía concreta hecha de rostros, miradas, personas, de pequeños bancos y empresas, y está la economía tan grande que parece abstracta de las multinacionales, Estados, bancos, fondos de inversión; existe la economía del dinero, de los bonos y de los salarios altísimos junto a una economía del cuidado, de las relaciones humanas, de los salarios demasiado bajos para vivir bien. ¿Es la coincidencia entre estos opuestos? Se encuentra en la auténtica naturaleza de la economía: ser un lugar de inclusión y cooperación, de generación continua de valor para ser creado y puesto en circulación con los demás", opina el Papa.
"Lo pequeño necesita de lo grande, lo concreto necesita de lo abstracto, del contrato del don, de la pobreza de la riqueza compartida -subraya el pontífice-. Pero no lo olviden, hay oposiciones que no generan armonía en absoluto".
"La economía que mata no coincide con una economía que hace vida -advierte Francisco-, la economía de enorme riqueza para unos pocos no armoniza internamente con la de demasiados pobres que no tienen cómo vivir; el gigantesco negocio de las armas nunca tendrá nada que ver con la economía de paz; la economía que contamina y destruye el planeta no encuentra síntesis con la que lo respeta y lo salvaguarda." "La economía que mata, que excluye, que contamina, que produce la guerra, no es una economía: otros la llaman economía, pero es sólo un vacío, una ausencia, es una enfermedad, una perversión de la economía misma y de su vocación. Las armas producidas y vendidas para las guerras, las ganancias obtenidas a costa de los más vulnerables e indefensos, como aquellos que abandonan su tierra en busca de un futuro mejor, la explotación de recursos y de pueblos que roban tierras y salud: todo esto no es economía, no es un buen polo de realidad que mantener", explica el Papa.
"Es sólo arrogancia, violencia, es sólo una estructura depredadora de la que se debe liberar la humanidad", concluye el sumo pontífice.
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