(ANSA) CIUDAD DEL VATICANO - El papa Francisco dijo hoy en la misa en la Plaza San Pedro para la apertura del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad de la Iglesia que ese encuentro no es "una reunión política" sino "un lugar de gracia y de comunión".
"Si el santo Pueblo de Dios con sus pastores, de todas partes del mundo, tiene expectativas, esperanzas e incluso algunos temores sobre el Sínodo que estamos iniciando, recordemos nuevamente que no es una reunión política, no es una parlamento, sino una convocatoria en el Espíritu; no un parlamento polarizado, sino un lugar de gracia y de comunión", sostuvo el pontífice.
Asimismo, dijo que en este encuentro no sirven "los cálculos políticos o las batallas ideológicas".
"Queridos hermanos cardenales, hermanos obispos, hermanas y hermanos, estamos en la apertura de la Asamblea sinodal. Y no necesitamos una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, de cálculos políticos o de batallas ideológicas: si el Sínodo sigue este camino, abrirá estas puertas... No. No estamos aquí para realizar una reunión parlamentaria o un plan de reforma. El Sínodo no es un parlamento. No. Estamos aquí para caminar juntos con la mirada de Jesús, que bendice el Padre y acoge a los que están cansados y oprimidos. Partamos, pues, de la mirada de Jesús, que es mirada de bendición y de acogida", subrayó ante unas 25 mil personas presentes en la plaza.
Según el Pontífice, "esta mirada benévola del Señor nos invita también a ser una Iglesia que, con alma alegre, contempla la acción de Dios y discierne el presente. Y que, en medio de las olas a veces agitadas de nuestro tiempo, no pierde de vista el alma, no busca lagunas ideológicas, no se atrinchera detrás de creencias adquiridas, no cede a soluciones convenientes, no deja que el mundo dicte su agenda".
Y citando el discurso del Papa Juan XXIII en la solemne apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II (11 de octubre de 1962), recordó que es "necesario ante todo que la Iglesia nunca aparte los ojos del sagrado patrimonio de la verdad recibido de los antiguos; y juntos debemos mirar también el presente, que ha traído nuevas situaciones y nuevos modos de vida, y ha abierto nuevos caminos para el apostolado".
La mirada benévola de Jesús - repitió Francisco - nos invita a ser una Iglesia que no afronta los desafíos y los problemas de hoy con un espíritu divisorio y conflictivo sino que, por el contrario, vuelve los ojos a Dios que es comunión y, con asombro y humildad, lo bendice y lo adora, reconociéndolo como su único Señor".
"Esta es la tarea principal del Sínodo - agregó-: volver a centrar nuestra mirada en Dios, ser una Iglesia que mira con misericordia a la humanidad. Una Iglesia unida y fraterna, o al menos que busca ser unida y fraterna, que escucha y dialoga; una Iglesia que bendice y alienta, que ayuda a quienes buscan al Señor, que sacude benéficamente a los indiferentes, que inicia caminos para iniciar a las personas en la belleza de la fe. Una Iglesia que tiene a Dios en el centro y que, por tanto, no está dividida internamente y nunca es dura externamente. Una Iglesia que 'se arriesga' con Jesús. Así quiere Jesús a la Iglesia, su Esposa".
Jorge Bergoglio sostuvo, también, que la Iglesia "no debe ser rígida".
"Frente a las dificultades y desafíos que nos esperan, la mirada benévola y acogedora de Jesús nos impide caer en algunas tentaciones peligrosas: ser una Iglesia rígida, una aduana, que se arma contra el mundo y mira hacia atrás; ser una Iglesia tibia, que se entrega a las modas del mundo; de ser una Iglesia cansada, retraída en sí misma", advirtió.
Para el Papa Francisco, la "mirada acogedora de Jesús nos invita también a ser una Iglesia hospitalaria. No con las puertas cerradas".
Explicó que "en un tiempo complejo como el nuestro surgen nuevos desafíos culturales y pastorales, que exigen una actitud interior cordial y bondadosa, para poder afrontarnos sin miedo".
"En el diálogo sinodal, en esta hermosa 'marcha en el Espíritu Santo' que emprendemos juntos como Pueblo de Dios - prosiguió -, podemos crecer en unidad y amistad con el Señor para mirar con su mirada los desafíos de hoy; por convertirnos, usando una bella expresión de San Pablo VI, en una Iglesia que 'conversa'".
"Una Iglesia 'con yugo suave' - concluyó el Pontífice -, que no impone cargas y que repite a todos: 'Vengan, ustedes que están cansados y oprimidos, vengan, ustedes que han perdido el camino o se sienten lejanos, vengan, istedes que cerraron las puertas a la esperanza: ¡la Iglesia está aquí para ustedes! La Iglesia de las puertas abiertas a todos, a todos, a todos'”.
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