Lo ocurrido suscitó la ira del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, contra los sectores extremistas del mundo ortodoxo, además de la denuncia del patriarca latino, el nuevo cardenal Pierbattista Pizzaballa.
El incidente ocurrió en la Puerta de los Leones, una de las entradas a la Ciudad Vieja.
Un grupo de ortodoxos (haredim) que se dirigía al Muro de los Lamentos para las celebraciones de Sukkot (Fiesta de los Tabernáculos), como lo demuestran las imágenes difundidas por vídeos en las redes sociales, se encontró con algunos peregrinos cristianos que salían de una iglesia con una cruz sobre los hombros.
Al ver a los fieles, uno de los ortodoxos escupió en el suelo, seguido inmediatamente por otros adolescentes y un joven.
Los peregrinos continuaron su camino.
El episodio no es más que el último -más de 20 según las estimaciones del pasado mes de agosto y principalmente en Jerusalén- de una serie repetida en los últimos tiempos que alimentó una tensión creciente, denunciada varias veces por los líderes religiosos cristianos de la ciudad y siempre condenada por las autoridades israelíes.
Lo mismo ocurrió hoy y el premier se mostró decidido: "Condeno firmemente - dijo - todos los intentos de intimidar a los fieles y tomaré medidas inmediatas y decisivas contra todo esto".
"Israel - insistió en X- se comprometió a salvaguardar el sagrado derecho de culto y de peregrinaje a lugares santos de todas las creencias. Un comportamiento ofensivo hacia los fieles es un sacrilegio inaceptable".
Esas palabras fueron evocadas luego por el patriarca Pizzaballa: "Observo - afirmó en una declaración a ANSA - que por primera vez, si no me equivoco, el primer ministro israelí también condenó este fenómeno. Esperamos que ahora, además de palabras, sigan con los hechos".
Lo que vimos en Jerusalén "no es un fenómeno que me sorprende y, lamentablemente, no es nuevo".
"Se trata, de hecho, - denunció Pizzaballa- de un problema de formación en el respeto a la alteridad que está ausente en esa comunidad. Además, está el peso de la difícil historia entre cristianos y judíos en Europa".
Para el Patriarca de Jerusalén "será necesaria una larga labor educativa, combinada con la necesaria aplicación de las leyes que prohíben estos fenómenos de intolerancia religiosa".
A continuación, el patriarca agradeció a quienes expresaron su "solidaridad".
Y fueron muchos: desde el ministro de Asuntos Exteriores, Eli Cohen, hasta el gran rabino asquenazí de Israel, David Lau, pasando por el del Muro de los Lamentos, Shmuel Rabinowitz.
El ministro de Turismo, Haim Katz, atacó específicamente al colono israelí Elisha Yered por decir que escupir a los cristianos es "una antigua costumbre judía".
"Afirmar que escupir a los cristianos es una costumbre antigua e incluso aceptable es horrible", denunció.
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