(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 17 SET - El fenómeno migratorio
"no es un desafío fácil", que "hay que afrontar juntos", y
"poniendo en primer lugar la dignidad humana" y la
"fraternidad".
El día en que la primera ministra Giorgia Meloni y la
presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, llegan
a Lampedusa, tras las miles de llegadas que la isla ya no puede
soportar, el Papa Francisco también toca la cuestión de los
inmigrantes.
Lo hace en el Angelus, refiriéndose al viaje que realizará
el viernes y el sábado a Marsella, "ciudad rica en pueblos,
llamada a ser puerto de esperanza", para participar en la
celebración de los Encuentros Mediterráneos, "una hermosa
iniciativa - afirma - que se desarrolla en importantes ciudades
del Mediterráneo, reuniendo a líderes eclesiales y civiles para
promover caminos de paz, colaboración e integración en torno al
'mare nostrum', con especial atención al fenómeno migratorio".
Según el Pontífice, "representa un desafío que no es fácil,
como lo demuestran también las noticias de estos días - reconoce
-, pero que debemos afrontar juntos, ya que es esencial para el
futuro de todos, que sólo será próspero si se construye sobre la
fraternidad, poniendo en primer lugar la dignidad humana, las
personas concretas, especialmente las más necesitadas".
Por ello, Francisco recuerda a todos sus responsabilidades
en la emergencia actual, advirtiendo, sin embargo, que los
inmigrantes no son números, sino "personas concretas", con su
"dignidad". Básicamente "hermanos".
El Papa siempre ha puesto la acogida y la integración de los
inmigrantes como un principio clave, pero también ha mirado las
capacidades de acogida de cada Estado, elogiando lo hecho por
los primeros en llegar al Mediterráneo -Italia, Grecia, Chipre,
Malta- y haciendo un llamado a Europa y a los países miembros
para que no los dejen solos.
En la Iglesia, sin embargo, estos días se alzan voces
diferentes sobre esta cuestión. El cardenal de Marsella,
Jean-Marc Aveline, que recibirá al Papa el viernes, dijo a los
periodistas con vistas a la visita que "se hacen demasiados
discursos ingenuos, irónicos, sobre los inmigrantes, los de la
acogida para todos, sin límites; quien habla así no vive en
barrios donde hay desempleo, narcomenudeo y problemas de
seguridad".
Una actitud problemática, por tanto, que no está al alcance
de una acogida indiscriminada que, sin embargo, también alerta
contra la "actitud agresiva hacia los inmigrantes, considerados
universalmente culpables de todos los problemas. Se trata de
palabras instrumentales, con fines electorales, pronunciadas
también en este caso por personas que no viven en esos barrios y
en medio de las guerras que ellos mismos han sembrado".
Mientras tanto, sobre el tema vale la pena recordar lo que
dijo anoche el cardenal de Bolonia y presidente de la
Conferencia Episcopal Italiana (CEI) Matteo Zuppi, que habló en
Parma al concluir el Open Festival.
Cuando se le preguntó sobre aquellos que profesan
orgullosamente ser cristianos y luego muestran actitudes de
cierre y miedo hacia los que son diferentes, Zuppi respondió que
entre estos dos niveles "la incompatibilidad es estructural".
"Nuestro Señor nos dijo: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo'.
Punto. No nos dijo cómo debe ser ese prójimo. Y si lo dices,
traicionas el compromiso evangélico", sostuvo.
Sobre la respuesta del gobierno, Zuppi subrayó que "a veces
cuestionamos los derechos, los fundamentales", "y esto siempre
es peligroso para todos". Y hoy "todavía nos encontramos en una
situación que hace bastante difícil objetivar el problema y
encontrar mecanismos de resolución. Y objetivamente es un
problema que no puede dejar de contar con una verdadera
colaboración de Europa".
El tema, dijo, "se puede resolver con legalidad, con flujos
regulados, garantizando una llegada digna y humana, como se
puede hacer, y desarrollando aquellos mecanismos institucionales
que lo permitan". (ANSA).
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