El cardenal Matteo Zuppi, el enviado del Papa para la paz en Ucrania, ya regresó a Italia desde la etapa china de su misión, que comenzó el miércoles, y, sin perder tiempo, llegó desde Pekín vía Estambul hasta Palermo, y allí en la catedral presidió la misa -concelebrándola con el Arzobispo Corrado Lorefice- en el trigésimo aniversario del martirio de Don Pino Puglisi a manos de la mafia.
En esta ocasión Zuppi no quiso hablar de las reuniones en China.
Primero tendrá que informar al Papa Francisco. Sin embargo, confirmó la urgencia de reanudar el diálogo en Ucrania para garantizar la paz. Pero mientras tanto, hoy se conoció que su misión tendrá nuevas fases, y al menos, en breve, una nueva etapa Moscú, ya tocada por el emisario papal, así como por Kiev y Washington.
Así lo anunció el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serghei Lavrov: "El enviado del Papa para Ucrania está planeando un viaje a Moscú" y las autoridades rusas están "listas" para hablar con él, dijo según lo citan las agencias rusas de prensa.
"Los esfuerzos del Vaticano continúan y su enviado vendrá nuevamente" a Moscú, afirmó Lavrov, sin mencionar el nombre del cardenal. Zuppi, que realizó una primera misión a Rusia el año pasado en junio, tampoco había sido recibido por el presidente Vladimir Putin ni el Ministro de Asuntos Exteriores.
Moscú sigue dispuesta a "responder a todas las propuestas serias", pero la pelota para las negociaciones está "en el campo ucraniano", añadió Lavrov, hablando en una mesa redonda sobre las posibilidades de una solución del conflicto.
La apertura de las autoridades rusas a la iniciativa de la Santa Sede, por tanto, se vuelve más explícita que en el pasado.
Y es único que esto suceda al día siguiente de la reunión en Beijing, cerca del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, entre Zuppi y Li Hui, representante especial del gobierno chino para Asuntos Euroasiáticos.
También fue nombrado en los últimos meses para buscar la paz entre Rusia y Ucrania (sobre la base del Plan de paz de 12 puntos presentado por Beijing). Una especie de "contraparte" del propio Zuppi, por lo tanto - como dicta el protocolo local -, pero con sólidas conexiones y consideraciones en Moscú.
Además, todavía hoy, al reunirse en Sochi con el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, Putin dijo que Rusia "nunca se ha negado a negociar sobre Ucrania, si su contraparte lo quiere, que lo digan".
¿Estos pequeños pasos son un avance? Señales lentas ¿apertura? Sólo el tiempo dirá. Pero mientras tanto la misión del enviado papal seguirá adelante, con la necesaria "paciencia" y reclamado por él mismo, para seguir buscando posibles canales de relajación y diálogo.
En la reunión de Zuppi con Li Hui a Beijing - explicó ayer la Santa Sede - ha sido subrayada "la necesidad de aunar esfuerzos para fomentar el diálogo y encontrar caminos que conduzcan a la paz".
También fue abordado "el problema de la seguridad alimentaria, con la esperanza de la exportación de cereales, especialmente en favor de los países más expuestos".
Antes de que el cardenal regresara a Italia, en China no se habló de su presencia y su encuentro ni en la rueda de prensa diaria del portavoz del Ministerio del Asuntos Exteriores, Mao Ning, ni en periódicos ni en sitios progubernamentales.
Ni siquiera en el sitio web se menciona a los organismos oficiales de los católicos chinos, confirmando la voluntad de Pekín de resistir planes distintos entre contactos diplomáticos con el Vaticano y la vida de la Iglesia en China.
La verdadera noticia, sin embargo, vino de Moscú y, además, de boca del jefe de diplomacia Lavrov. En la visita anterior, entre el 28 y el pasado 30 de junio, Zuppi se había reunido dos veces con Yuri Ushakov, asesor de política exterior del Kremlin.
Luego lo hizo con María Llova-Belova, comisaria rusa de derechos humanos de la infancia (sobre el problema de los niños ucranianos deportados a Rusia) y finalmente con el Patriarca de Moscú Kirill.
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