Empero, luego de haber pronunciado su meditación en el marco de las plegarias de las Iglesias cristianas en la Plaza 18 de marzo -mientras en otros lugares rezan los judíos, los musulmanes y las religiones asiáticas- y antes incluso de desfilar por la altamente simbólica Puerta de Brandeburgo, no esperó siquiera que la ceremonia concluyera y partió directamente de la capital alemana para su misión en China.
En los días que van del 13 al 15 de septiembre, el cardenal Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, acompañado por un funcionario de la Secretaria de Estado, visitará Pekín como enviado el papa Francisco, confirmó en la tarde la Santa Sede con un comunicado luego de las versiones filtradas en las últimas horas.
"La visita constituye una ulterior etapa de la misión querida por el Papa para respaldar iniciativas humanitarias y la búsqueda de vías que puedan conducir a una paz justa", explicó la nota.
La partida de Zuppi hacia Pekín, cuarta etapa de su misión de paz para Ucrania luego de Kiev, Moscú y Washington, representa un poco la coronación de este 37 encuentro de las regiones mundiales en el "espíritu de Asís".
En la capital china, el enviado de Francisco podría reunirse con el premier Li Qiang, teniendo en cuenta que un rol de China es considerado crucial para una pacificación entre Rusia y Ucrania o, por lo menos, para la apertura de tratativas.
"Estamos contentos y seguramente los rezos de tantos y las plegarias de estos días, las oraciones ecuménicas, interreligiosas, es un ulterior motivo para buscar con confianza el don de la paz, que es un don para todos, de todos, y que todos deben hallar. Lo que nos empuja a procurar tejer la difícil tela de la paz", son las primeras declaraciones en caliente que Zuppi dirige a los periodistas luego de la oficialización de su partida para la misión en China.
Y en su invocación con las Iglesias cristianas subraya que la guerra es "un incendio terrible que no perdona a nadie".
En los mismos momentos, aquí desde Berlín se alza el "no" de las religiones a las guerras, con un llamado final al que se une un mensaje del Papa.
"Continuamos rezando sin descanso por la paz, a golpear, con espíritu humilde e insistente, la puerta siempre abierta del corazón de Dios y las puertas de los seres humanos. Pedimos que se abran caminos de paz, sobre todo, para la querida martirizada Ucrania", afirmó el Pontífice.
"No tenemos miedo de convertirnos en 'mendigos de paz'", uniéndonos a las hermanas y hermanos de otras religiones, y a todos aquellos que no se resignan a lo ineluctable de los conflictos", exhortó Francisco.
"Es necesario ir hacia adelante para atravesar el muro de lo imposible, erigido con razonamientos que parecen irrefutables, sobre la memoria de tantos dolores pasados y de grandes heridas sufridas", agregó.
"Es difícil, pero no es imposible. No es imposible para los creyentes que viven la osadía de una plegaria esperanzadora.
Pero que no debe ser imposible, ni siquiera para los políticos, para los responsables, para los diplomáticos".
Y también el llamado coral de los líderes religiosos reunidos en Berlín se ubica en el signo de la esperanza, porque "ninguna pared, ninguna guerra es para siempre".
"Retomemos juntos el diálogo que es la medicina más eficaz para la reconciliación de los pueblos -proclaman-. La paz es siempre posible".
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