Por el enviado Fausto Gasparroni
El papa Francisco, de visita en Mongolia, envió hoy un sorpresivo saludo "al noble pueblo chino", al final de la misa que brindó en el Steppe Arena de Ulan Bator.
Al final de la liturgia, antes de pronunciar unas palabras de agradecimiento, el Pontífice tomó de la mano al obispo emérito de Hong Kong, el cardenal John Tong Hon, y al actual obispo, el cardenal designado Stephen Chow.
"Estos dos hermanos obispos, el emérito de Hong Kong y el actual obispo de Hong Kong - dijo -: quisiera aprovechar su presencia para enviar un cordial saludo al noble pueblo chino.
Deseo a todo el pueblo lo mejor y seguir adelante, progresar siempre. Y pido a los católicos chinos que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos. A todos".
Es un poco la guinda del pastel de los repetidos mensajes de tranquilidad a Pekín, incluido el telegrama al presidente Xi Jinping mientras sobrevolaba territorio chino, lanzado por Francisco en su viaje a Mongolia, donde, entre otras cosas, a pesar de las prohibiciones de las autoridades, grupos de fieles fueron a seguirlo desde China, así como desde Rusia y otros países.
En este tercer y penúltimo día de la visita, el Papa se reúne con representantes de las confesiones y tradiciones religiosas presentes en el país, y no deja de advertir que las confesiones son "motivo de escándalo".
"Por tanto, no hay confusión entre creencia y violencia, entre sacralidad e imposición, entre camino religioso y sectarismo", advirtió.
Un recordatorio de que las religiones no patrocinan el terrorismo, la agresión y la guerra, lo que adquiere un significado aún más particular, teniendo en cuenta que entre los líderes religiosos presentes se encuentra también el padre Antony Gusev, rector de la única parroquia ortodoxa (rusa) en Mongolia, que afirmó con orgullo que la primera piedra de su iglesia fue colocada en diciembre de 2006 por nada menos que "el metropolita Kirill de Kaliningrado y Smolensk (ahora Patriarca de Moscú y de toda Rusia)".
Los demás líderes religiosos presentes en el 'Teatro Hun', a quienes el Papa se dirigió "como a un hermano", representan el budismo mongol (de origen tibetano), la confesión más extendida en el país, el islam, el chamanismo mongol, el judaísmo, la Unión Evangélica, Iglesia Adventista del Séptimo Día, Hinduismo, Bahá'ís, Sintoísmo y La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones).
"El hecho de estar juntos en el mismo lugar es ya un mensaje - reconoció el Papa en su discurso -: las tradiciones religiosas, en su originalidad y diversidad, representan un formidable potencial de bien al servicio de la sociedad. Si quienes tienen la responsabilidad de las naciones eligieran el camino del encuentro y del diálogo con los demás, contribuiría de manera decisiva al fin de los conflictos que siguen causando sufrimiento a tantos pueblos".
"Me pregunto: ¿quiénes, más que los creyentes, están llamados a trabajar por la armonía de todos?", agregó.
"Hermanos, hermanas, por cuánto conseguimos armonizarnos con los demás peregrinos de la tierra y por cómo conseguimos difundir la armonía donde vivimos, se puede medir el valor social de nuestra religiosidad", dijo Jorge Bergoglio.
"El cierre, la imposición unilateral, el fundamentalismo y la coerción ideológica arruinan la fraternidad, alimentan las tensiones y ponen en peligro la paz", advirtió.
"Nuestra responsabilidad es grande, sobre todo en esta hora de la historia, porque nuestro comportamiento está llamado a confirmar en la práctica las enseñanzas que profesamos; no puede contradecirlas, convirtiéndose en fuente de escándalo - insistió -. Por tanto, no hay confusión entre credo y violencia, entre sacralidad e imposición, entre camino religioso y sectarismo".
Y concluyó afirmando que "la Iglesia católica quiere proceder de esta manera, creyendo firmemente en el diálogo ecuménico, interreligioso y cultural".
"Así, la clave para caminar sobre la tierra se encuentra en la humanidad bendecida por el Cielo - afirmó el Papa -. Tenemos un origen común, que da a todos la misma dignidad, y un camino compartido, que sólo podemos recorrer juntos, viviendo bajo el mismo cielo que nos envuelve e ilumina".
Por la tarde, también al final de la misa en el Steppe Arena para la pequeña comunidad católica de Mongolia, encabezada por el joven cardenal y prefecto apostólico Giorgio Marengo, Francisco saludó una vez más "de corazón a los hermanos y hermanas de otras denominaciones y religiones cristianas: sigamos creciendo juntos en fraternidad, como semillas de paz en un mundo tristemente marcado por demasiadas guerras y conflictos".
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