(ANSA) - Reunido con los líderes institucionales, las autoridades y la sociedad civil de Mongolia, en su segundo día en la capital, Ulán Bator, el papa Francisco lanzó un fuerte mensaje tanto para la construcción de "un futuro de paz" en el mundo, como sobre el "ya no compromiso aplazable " para la protección del planeta. En el Palacio de Estado, donde se encontró con el presidente Ukhnaagiin Khürelsükh, el joven premier (43 años) Luvsannamsrai Oyun-Erdene y el Presidente del Parlamento, Gombojav Zandanshatar, el Pontífice, entre otras cosas, rindió homenaje a la estatua de Gengis Khan, fundador del Imperio Mongol.
Y el mensaje que dejó el argentino Jorge Mario Bergoglio en el Libro de Honor fue significativo: "Peregrino de la paz en este país joven y antiguo, moderno y rico en tradiciones, tengo el honor de recorrer los caminos del encuentro y de la amistad, generadores de esperanza. Que el gran cielo claro, que abraza la tierra mongola, ilumine nuevos caminos de fraternidad".
En su discurso ante las autoridades, elogió "esta tierra fascinante y vasta", de "este pueblo que conoce bien el significado y el valor del viaje", y de "sus casas tradicionales, las 'ger', hermosas casas itinerantes".
Y hablando de cómo el país se abrió, en las últimas décadas, "a los grandes desafíos globales del desarrollo y de la democracia", el Papa señaló que "Mongolia hoy, con su extensa red de relaciones diplomáticas, su membresía activa en las Naciones Unidas, su compromiso con los derechos humanos y con la paz, desempeña un papel significativo en el corazón del gran continente asiático y en la escena internacional".
Sin dejar de mencionar "también su determinación de detener la proliferación nuclear y de presentarse al mundo como un país sin armas nucleares: Mongolia no es sólo una nación democrática que aplica una política exterior pacífica, sino que pretende desempeñar un papel importante para la paz mundial".
"Quiera el Cielo que en la tierra, devastada por demasiados conflictos, las condiciones de lo que fue la 'pax mongolica' se recreen hoy, respetando el derecho internacional, es decir, la ausencia de conflictos".
"¡Que pasen los nubarrones de la guerra, que sean disipados por la firme voluntad de una fraternidad universal en la que las tensiones se resuelvan sobre la base del encuentro y el diálogo y los derechos fundamentales estén garantizados para todos!".
En otras palabras: "trabajemos juntos para construir un futuro de paz", insistió el Papa.
Francisco elogió a los mongoles también por la defensa de la creación - tema de su inminente segunda parte de "Laudato si"- que "nos ayudan a reconocer y promover con delicadeza y atención, contrarrestando los efectos de la devastación humana con una cultura del cuidado y seguridad social, que se refleja en políticas ecológicas responsables".
En ese sentido, señaló los tradicionales "ger" o "yurte" como "espacios habitables, que hoy podrían definirse como 'inteligentes' y 'verdes'".
Y también "la visión holística de la tradición chamánica mongola y el respeto por cada ser vivo que se desprende de la filosofía budista representan una contribución válida al compromiso urgente e inaplazable para la protección del planeta Tierra".
"Su sabiduría, arraigada en generaciones de criadores y cultivadores prudentes, siempre atentos a no romper el delicado equilibrio del ecosistema, tiene mucho que enseñar a quienes hoy no quieren encerrarse en la búsqueda de un interés particular miope, sino quiere dejar a la posteridad una tierra todavía acogedora y fructífera", añadió.
En el encuentro con los obispos y el clero en la catedral católica de San Pedro y San Pablo, el Papa también dijo que "los gobiernos y las instituciones seculares no tienen nada que temer de la acción evangelizadora de la Iglesia, porque ella no tiene una agenda política que perseguir, sino que sólo conoce la fuerza humilde de los gracia de Dios y de una Palabra de misericordia y de verdad, capaz de promover el bien de todos".
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