El prefecto apostólico de Ulán Bator, capital del país del este asiático, no dudó en confiar, en una entrevista a los medios vaticanos, que "poder tener entre nosotros al sucesor de Pedro es un regalo inmenso".
Y no sólo porque es la primera vez que un Papa visita una nación en la cual la Iglesia celebró recientemente el trigésimo aniversario de su nacimiento, tras la caída del comunismo, sino también porque representa un gran valor histórico.
"Idealmente -afirmó Marengo- puede estar relacionado con un acontecimiento que tuvo lugar hace ochocientos años, cuando el Papa Inocencio IV envió al fraile franciscano Giovanni da Pian del Carpine como mensajero de paz a los mongoles que se encontraban a las puertas de Europa".
En definitiva, los primeros contactos entre los papas y los emperadores mongoles se produjeron ya en el siglo XIII".
El tema de este viaje del Papa es "Esperanza juntos".
"Creo que ayudará, sobre todo, a los fieles católicos mongoles a sentirse verdaderamente en el corazón de la Iglesia.
Para nosotros, que vivimos geográficamente en una zona muy periférica del mundo, la presencia del Papa nos hará sentir no lejanos sino cercanos, en el centro de la Iglesia".
"Y luego será importante para el fortalecimiento de las relaciones entre la Santa Sede y el Estado mongol, que ya son buenas", añadió Marengo.
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