El Pontífice reflexionó sobre la necesidad de paz en un discurso ante una delegación del Patriarcado Ecuménico a la que recibió hoy en el Vaticano.
"Como discípulos de Cristo, afirmó Francisco, no podemos resignarnos a la guerra, tenemos el deber de trabajar juntos por la paz. La trágica realidad de esta guerra que parece no tener fin, exige de todos un esfuerzo creativo común para imaginar e implementar caminos de paz, hacia una paz justa y estable".
El Pontífice recordó que "el Evangelio nos muestra que la paz no proviene de la mera ausencia de guerra, sino que nace del corazón del hombre. En última instancia, se ve obstaculizada por las malas raíces que llevamos dentro: la posesión, la voluntad de perseguir egoístamente los propios intereses a nivel personal, comunitario, nacional e incluso religioso".
"El estilo de Dios debe oponerse a la clausura y al egoísmo que, como Cristo nos enseñó con el ejemplo, es servicio y abnegación. Podemos estar seguros de que, encarnándolo, los cristianos crecerán en la comunión recíproca y ayudarán al mundo, marcado por divisiones y discordias", añadió el Papa en su discurso.
En otro mensaje, en este caso a los participantes del II Encuentro Internacional Ciencia para la Paz, promovido por la diócesis de Teramo-Atri y por la Universidad de Teramo, en colaboración con la Pontificia Academia de las Ciencias, Francisco invitó a los intelectuales a no aislarse y a contribuir a la construcción de la paz.
"En los tiempos cambiantes que estamos viviendo, la caridad intelectual no puede ser confinada a los recintos de los centros de investigación o reservada solo a los 'expertos', sino que debe animar y apoyar la construcción de una renovada proximidad, como indiqué en la encíclica Fratelli tutti", sostiene el Papa.
"Urge, por lo tanto, que todos los involucrados en la investigación científica descubran la responsabilidad histórica de su compromiso en los diversos campos del saber, superando la tentación de aislarse en ámbitos particulares, para promover una nueva cultura del saber".
Francisco subrayó finalmente que "el camino de la paz está en la verdad y en la caridad, y una búsqueda ilustrada de la verdad en la caridad pondrá cada vez más sólidos cimientos para la construcción de una sociedad pacífica que se ordene armónicamente a su fin, en el respeto a la persona y en la agradecida correspondencia a los dones de Dios"
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