En él, publicado ahora en español (editorial Desclée De Brouwer), los autores quisieron mostrar "el verdadero rostro de un Papa" además de "establecer la verdad respecto a cuestiones problemáticas" pues tras su renuncia, "porque ya no tenía fuerzas", el Papa "permaneció en silencio mientras se publicaban rumores".
Tras la publicación del libro en Italia, una semana después de la muerte del Papa, el pasado 31 de diciembre, algunas de las revelaciones causaron polémica, lo que Gaeta, atribuye al hecho de que la prensa se quedó solo con el titular.
Se dijo solo que Ganswein quedó "en shock" cuando el Papa Francisco le apartó de su cargo como prefecto de la Casa Pontificia para que se dedicara a cuidar de Benedicto XVI, cuando en realidad "humanamente lo sintió, pero le dijo que por obediencia lo haría".
Fue en ese momento cuando se cuenta una anécdota que muestra el sentido del humor del Papa, cuando le preguntó a su secretario personal: "¿Estará -porque se hablaban de usted- en el convento para hacer de guardián o de carcelero? Y hubo una polémica al interpretarse que estaba acusando al Papa Francisco de quererlo encerrar en el convento" Mater Ecclesiae, detrás de la Basílica de San Pedro, lugar donde vivió tras su renuncia junto a Ganswein.
En cuanto al texto en latín de su renuncia como Papa, "se dijo que había tres errores y que era la forma de hacer entender que Benedicto XVI no quería renunciar. Pero en ese texto solo había un error, de conjugación, y los otros dos eran por una mala transcripción de la sala de prensa del Vaticano", explica Gaeta.
Benedicto XVI, a cuyo lado Ganswein estuvo desde 2005 hasta su muerte, "fue todo para él: un maestro, un padre y al final se convirtió en un amigo. Compartía todo con él", apunta Gaeta.
Cada tarde los dos "salían a pasear por el jardín mientras rezaban el rosario" y tras su fallecimiento, Ganswein va cada tarde "a visitar su tumba y rezar por él", revela.
Ahora Ganswein se encuentra a la espera de que el Papa Francisco le asigne un destino, para lo que "junio es un buen mes para que se conozca", después de que vació sus cosas personales del convento en el que vivía con el Papa y destruyó, como era deseo de Benedicto XVI, sus documentos privados como "cartas a su familia y apuntes personales".
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