Gieco, de 71 años, cantó ante el Papa, acompañado por más de 100 argentinos de diversos credos, del mundo de la justicia, la política, el trabajo, el arte y la educación.
La performance de Gieco fue el cierre del congreso que organizó ayer y hoy en el Vaticano el Instituto de Diálogo Interreligioso (IDI), entidad que Jorge Bergoglio impulsó siendo arzobispo de Buenos Aires, hace más de 20 años.
Bergoglio había impulsado el instituto junto a tres amigos: su exvocero, el sacerdote Guillermo Marcó, el rabino Daniel Goldman y el dirigente musulmán, Omar Abboud.
Titulado "De Jorge a Francisco, de Argentina al mundo", el congreso, del que participaron el cardenal español Miguel Ayuso -presidente del Pontificio Consejo del Diálogo Interreligioso- y más de 100 argentinos, abordó en diversas sesiones y con panelistas expertos, temáticas centrales del pontificado: medio ambiente y periferias, migrantes, educación, cultura del trabajo y diálogo interreligioso.
En un breve discurso para agradecer a los más de 100 argentinos presentes, por haber participado de esa reunión y por la visita al Vaticano, Francisco destacó la importancia del diálogo interreligioso y recordó que cuando era niño, aunque siempre tuvo amigos judíos en la escuela, no existía la apertura actual.
"Dios se manifiesta en todas las culturas, es padre de todos", recordó, reafirmando la importancia del diálogo, "pero no diálogo con el espejo, sino con la realidad y con respeto".
"Les agradezco los esfuerzos y les pido que recen por mí, cada cual en su idioma y en sus gestos, lo necesito", dijo. "Si los argentinos no rezamos los unos por los otros, estamos fritos".
Cuando llegó el momento de los saludos, Gieco, con guitarra y armónica, y sin levantarse de la silla en la primera fila, muy cerca del papa, tal como le habían indicado desde el protocolo, entonó su clásico "Solo le Pido a Dios".
"Es una de las cosas máximas que me pasaron en mi profesión: al Papa le gusta la canción, la pide siempre, la propuso para ser incluida en la película El Papa Francisco: Un Hombre de Palabra, de Wim Wenders, pero venir a tocarla acá fue lo máximo, fue venir a respetar su filosofía, que es un gran filosofía", confesó Gieco a LA NACION.
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