Equipos de televisión que transmiten cada veinte minutos, pacientes que intercambian comentarios: "Pero sabes que está internado el Papa?", curiosos que se paran en la plaza de enfrente. A alguno se le escapa una plegaria o, más a menudo, una foto con el teléfono celular, pero sin exageraciones. Todo tiene en el aire cosas similares al de las grandes ocasiones junto a un espíritu de consideración hacia el pontífice en el policlínico universitario Agostino Gemelli, en Roma.
Desde la tarde de ayer son tantísimos los periodistas, los fotógrafos y los operadores de la comunicación de todo el mundo que se atrincheraron en los lugares al aire libre, en un área cercana al ingreso al policlínico para dar cuenta de la internación del papa Francisco, "paciente" especial en el 10mo.
piso del nosocomio romano, hospedado en el apartamento de los Papas.
Y es casi un deja-vu respecto a lo que ocurrió en julio dos años atrás, cuando siempre decenas de operadores de la comunicación de Argentina, México, Brasil, Estados Unidos, pasando por Polonia y España, llenaban el área en tiempos de la operación de colon, con más de uno, también entre los veteranos, a vivir esos días con aprehensión y con la respiración contenida.
Diferentes hoy, también los curiosos a espiar las ventanas del 10mo. piso, famosas ya por las internaciones de Juan Pablo II, con las persianas rigurosamente blancas, bajas y bien visibles también desde el exterior de la gran estructura hospitalaria.
Varios pacientes a la salida del hospital hicieron. en forma voluntaria, comentarios sobre la presencia del Papa, y tantos quisieron asegurar su personal rezo auspiciando "una pronta sanación" del obispo de Roma.
Un Papa que, propiamente porque es sentido por muchos como "uno de nosotros", no fue objeto de particulares signos de devoción pero sí de manifestaciones de afecto y cercanía más sobrias, casi como para dejarlo tranquilo reposar como lo hizo cuando ingreso al hospital.
Reforzado, respecto al miércoles, el dispositivo de seguridad interno en el hospital, confiado a la Gendarmería vaticana que controla los accesos y cuida el reposo y la anhelada recuperación del Papa.
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